Friday 27 January 2012

Efesios 4:22-24
Introducción
Pensar en cambiar de identidad en nuestros días ya no debe resultarnos tan descabellado. Con el devenir de los trasplantes y las cirugías estéticas, esto ya es posible. Tan solo en noviembre de 2005 se llevó por primera vez un trasplante parcial de rostro en una mujer francesa de nombre Isabelle Dinoire, quien perdió parte de su rostro. Un día agobiada por su profunda depresión Isabelle tomo una sobredosis de medicamentos ocasionándole un desmayó. Cuando despertó, lo primero que hace es intentar encender un cigarro, y al darse cuenta de su imposibilidad descubre que el piso esta manchado de sangre. Rápidamente se mira en el espejo y ve que su rostro ha quedado desfigurado, no tiene nariz, ni labios, ni mentón y no siente dolor alguno. Lo increíble del caso es que las heridas fueron causadas por su perra, la cual se cree que al intentar despertarla la mordisqueo. Ya en el hospital le fue injertado a la paciente un triángulo de tejido facial de la nariz y la boca de una persona que tenía muerte cerebral. Hoy en día Isabelle, dice sentirse muy bien, además de que su apariencia se ha transformado totalmente. Según los expertos trasplantar estas áreas que Isabelle perdió son difíciles de hacer. Y aunque cirugías de este tipo son muy necesarias; este caso ha abierto un precedente para que en el futuro el trasplante de rostros sea ya una realidad.
Si, las cirugías ya no sirven solamente para ayudar a alguien a resolver un problema, sino que además sirve a otros a cambiar de apariencia e identidad. Artistas y hasta narcotraficantes han recurrido a estas áreas de la medicina cosmética; unos para mejorar su autoestima y otros para huir de la justicia. Pero lo cierto es que aunque el exterior sea cambiado, su interior sigue siendo el mismo. Bueno sería que con una cirugía cosmética o un trasplante de cara, además de cambiarnos el aspecto y/o identidad, también pudiera cambiarnos el alma. Pero no, todavía no se han inventado, y ni creo que inventen la manera de trasplantarnos o cambiarnos el ser interior. Me alegro por Isabelle quien pudo haber perdido más que la cara por su depresión; pero gracias a un trasplante parcial de rostro al parecer su vida ha cambiado; solo espero que su depresión, aquella que no pudieron quitarle con bisturí, no vuelva a orillarla a cometer otra locura. Me imagino que en algún momento de la vida hemos querido ser otra persona distinta a la hemos sido. Como nos gustaría despertarnos un buen día y descubrir que ya no somos esas personas con esas manías, vicios y malos hábitos que tantos problemas nos causan. Pero esto humanamente no es posible. Sin embargo para Dios no hay nada imposible. Dios le ama, y Él desea para usted lo mejor, y lo mejor es que podamos ser cambiados totalmente a la imagen de su hijo Jesús. Ese es su deseo para usted, para mi, para todo aquel que le conoce; su palabra dice: “Porque a los que antes conoció, también los predestino para que fueran hechos conforme a la imagen de su Hijo…” (Rom 8: 29) ¿No es eso algo pretencioso pensar así? No, esa es su voluntad; que sus hijos seamos como nuestro hermano mayor: Jesucristo. Usted dirá ¡¡Pero eso es imposible!! Nadie podría por más que se esfuerce llegar siquiera a los talones de Jesús. Desde luego que no, nadie podría igualar al Rey de reyes y Señor de señores; pero no estoy hablando que esto deba hacerse humanamente, sino bajo la ayuda, la asistencia poderosa del Espíritu Santo de Dios. Él desea que seamos discípulos fieles de Cristo y para ello nos da tres pasos efectivos, que si los ponemos por obra con seguridad veremos en nuestras vidas una nueva identidad, un cambio evidente, una trasformación palpable; algo que ningún trasplante podría hacer posible. Pablo escribe a las iglesias de la provincia de Efeso, iglesias nacidas con personas de trasfondo pagado, que a pesar de haber creído en Cristo para salvación, aún manifestaban en sus vidas actitudes carnales y pecaminosas que requerían de un cambio radical, de una transformación poderosa de parte de Dios. Hoy igual que ayer, estas instrucciones siguen igualmente vigentes para nosotros. Adentrémonos pues a estas palabras y analicemos estos tres sencillos pero poderos pasos para ser cambiados de identidad.
I. Cambiamos de identidad cuando abandonamos antiguas formas de actuar (v. 22) “…despojaos del viejo hombre…”
Antes de entrar en materia, permítanme establecer una clara premisa: Cambiar de identidad no es algo con lo que un buen día amanecemos; es el fruto de la presencia activa de Dios en nosotros y de nuestra cooperación y esfuerzo. El Nuevo Testamento menciona 8 veces la idea del esfuerzo como respuesta a lo que Dios quiere hacer en nosotros. Así pues, ser trasformados es un trabajo bipartito entre Dios y nuestra disposición. Se nos dice que el apóstol Pablo escribe esta carta a un grupo de iglesias localizadas en la provincia de Efeso, por lo tanto esta es una carta circular, esto significa que el contenido de la carta es pertinente a todas esas iglesias que muy seguramente adolecían de los mismos males. ¿Cuáles eran sus males? Sus miembros, sus congregantes eran personas de trasfondo gentil (pagano) y por lo tanto todavía tenían dificultad para entender las demandas de su nueva vida y como resistir a las tentaciones de su pasado. Al parecer habían abrasado la fe en Cristo, pero aún no abandonaban sus viejas prácticas de vida. Pablo exhorta a los creyentes de las iglesias de Efeso a: “…ya no andéis como los otros gentiles…” (v. 17) ¿a que se esta refiriendo Pablo? Nos dice que los otros gentiles, tenían entenebrecidos el entendimiento, eran ignorantes y duros de corazón (v. 18) conduciéndolos a una profunda decadencia moral “…perdieron toda sensibilidad…” (v. 19) En otras palabras Pablo les esta diciendo que las personas sin Jesús tienen su inteligencia limitada por la oscuridad del maligno; son ignorantes de las verdades divinas y además su corazón es duro a toda reprensión de parte de Dios. Con todos estos elementos en sus corazones, lo único que se puede esperar es un extravió moral y una gran decadencia llegando a niveles insospechados. Aunque esta carta fue escrita hace siglos y describe situaciones de ese tiempo, pareciera ser tan actual. Pues el corazón de los seres humanos sin Cristo siguen teniendo las mismas actitudes que los gentiles de Efeso; tan solo hay que mirar a nuestro alrededor y darnos cuentas de la enorme decadencia moral que nos rodea; no, usted no debe interpretar esto como un mensaje de personas que se escandalizan, sino verlo a luz de la autodestrucción en la que las personas están inmersas. Así pues los cristianos de ese tiempo enfrentaban el enorme dilema de ser seguidores de Jesús y al mismo tiempo seguir siendo como el resto de las personas. Adoptaban las formas de la nueva religión; pero en sus vidas cotidianas eran igualmente paganos que el resto de las personas. Sin embargo Pablo dice contundentemente: “Más vosotros no habéis aprendido así a Cristo” (v. 20) aquí se marca la diferencia y el desafío; los cristianos no debemos, ni podemos seguir actuando en la vida como lo hemos hecho antes de convertirnos al Señor; somos llamados a dejar las viejas formas de vida y de adoptar nuevos patrones de conducta (v. 22) Pablo dice “Despojaos del viejo hombre que está viciado…” la Biblia Latinoamérica termina este mismo versículo de la siguiente manera: “…cuyos deseos engañosos lo llevan a su propia destrucción” (v. 22BLA) El primer paso para cambiar de identidad, para ser transformado es romper radicalmente con conductas del pasado que son contrarias a Dios y a largo plazo dañinas para nosotros.
Debemos hacer una profunda y honesta evaluación de nuestra vida e identificar esas actividades que no honran a Dios y que nos dañan espiritualmente, impidiéndonos crecer como Él quiere que lo hagamos. Una vez identificado esto debemos tomar la firme decisión de quitarla de nuestra vida. Una vez leí un artículo titulado “Amputación radical” en este, el autor exhortaba a renunciar de manera radical a aquello que te causaba problemas; su base bíblica era Marcos 9: 43- 47 en donde Jesús dice que si algo de ti te es causa de caer, córtalo, quítalo, antes de que esto te aleje más de Dios. Amputar radicalmente puede muy extremo, pero hay cientos de personas que han reconocido su debilidad y han tomado valientemente la decisión de despojarse de esas conductas para ser cambiados a la imagen de Jesús. Muy seguramente tenemos que renunciar a algo o alguien que nos mantiene atados al pasado. Hoy en día todavía hay muchos cristianos y lo digo con tristeza muchos cristianos que son salvos por la gracia de Dios; pero que no están siendo transformados (santificados) por que aún mantienen a su viejo hombre en un lugar preferencial de su corazón. Dios quiere que usted crezca espiritualmente; pero no podrá hacerlo si no cambia de conducta ante Dios; despójese del viejo hombre, despójese del peso de pecado que le asedia y solo entonces empezará a ser cambiado de identidad. Quiere una vida diferente; Albert Einstein dijo: “Si quieres que algo diferente ocurra, intenta hacer algo diferente”
II. Cambiando de identidad renovamos nuestra forma de pensar (v. 23) “y renovaos en el espíritu de vuestra mente”
Salomón nos dice: “Porque cual es su pensamiento en su corazón tal es él” (Pr. 23: 7) además dice: “Tengan cuidado de cómo piensan; la vida es modelada por sus pensamientos” (Pr. 4: 23 PAR) en solo estos dos versículos podemos ver la importancia de nuestra mente; pues en ella radica lo que en realidad somos; nuestra conducta, actividad y actitud son el fruto de lo que pensamos; un antiguo dicho en computadoras decía así: “Basura entra, basura sale” Si usted piensa mal, actúa mal, siente mal, y tiene malos resultados en su vida. Hace un momento decía que Pablo describe a las personas sin Cristo como personas con el entendimiento entenebrecido (v. 18); esto es que sus pensamientos se extravían en vanos razonamientos que únicamente los aleja más y más de Dios y su propósitos; desafortunadamente esto no solo pasa en los no creyentes, sino también entre los creyentes en Cristo, debido a que no han puesto en practica el segundo paso para cambiar de identidad: Cambiar su manera de pensar. En su carta a los Romanos, Pablo dice: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cual es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Rom. 12: 2) La palabra conformar, significa amoldarse; no debemos pensar de la manera en la que la sociedad sin Cristo quiere que pensemos, no debemos pensar como piensan los demás, debemos pensar como Cristo. ¿Pero como hacemos eso?; bueno partamos de una importante premisa que si usted ha creído en Jesús para salvación, usted ahora tiene acceso libre e irrestricto a los pensamientos de Jesús, pues usted tiene la mente de Cristo: “…más nosotros tenemos la mente de Cristo” (1ª Cor. 2: 16) pero esta no actuará si usted no la deja. Permítame explicarlo mejor con la siguiente ilustración: Vamos a suponer que usted va a realizar un viaje a un lugar determinado en una lancha con motor, al salir usted programa el piloto automático hacía la dirección que usted quiere; ya una vez en el trayecto descubre que sería mejor cambiar de rumbo; pero su piloto automático esta puesto; usted entonces puede hacer dos cosas; la primera es que tome el timón y físicamente obligarlo a que se dirija a la dirección que ahora usted quiere. A pura fuerza de su voluntad, usted conseguiría cambiar de rumbo, pero siempre sentiría la resistencia en todo tiempo; porque el piloto automático sigue programado hacia otra dirección. Finalmente sus brazos se cansan de la tensión y la lancha retomaría el rumbo inicial, el cual usted programo desde el principio. La fuerza de su voluntad puede producir algunos cambios, pero a corto plazo, cuando esta fuerza se cansa, entonces volvemos a ser los mismos; pero hay una segunda cosa que podemos hacer para ser transformados y que es más efectiva y cambiar el piloto automático: Nuestra manera de pensar; Rick Warren dice: “El cambio comienza en la mente. La manera en que piensas determinará como te sientes, y como te sientes influirá en cómo actúas” Cambiamos de identidad, somos transformados cuando cambiamos nuestra manera de pensar, Pablo dice: “y renovaos en el espíritu de vuestra mente” (v. 23) ¿Y como cambiamos el piloto automático de nuestra mente?
Con arrepentimiento; el arrepentimiento es una herramienta poderosa; tradicionalmente pensamos que arrepentirse es sentirse mal, es tener sentimientos de culpa; pero no, la palabra arrepentimiento viene del griego que significa “cambiar de rumbo” o “cambiar de mentalidad” cuando usted se arrepiente, cambia, transforma su mente y la hace semejante a la de Jesús. Claude V. King en su libro “La Mente de Cristo” menciona las 6 características de la mente de Cristo. 1. Una mente viva “La mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida…” (Rom. 8: 6 BLA); 2. Humilde “Con humildad. Estimado cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Fil. 2: 3); 3. Pura: “Todas las cosas son puras para los puros, más para los corrompidos e incrédulos nada les es impuro; pues hasta su mente y su conciencia está corrompida” (Tito 1: 15); 4. Sensible: “Les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lc. 24: 45); 5. Pacífica: “…la mente puesta en el Espíritu es vida y paz” (Rom. 8: 6) y por último es perseverante: “Temo que…vuestras mentes sean desviadas de la sencillez y pureza de la devoción a Cristo” (2ª Cor. 11: 3) ¿Quiere otro rumbo para su vida? ¿Ha recibido a Jesús para salvación? Si así ha sido ahora cambie su manera de pensar, desprograme su piloto automático y dejé que Jesús lo reprograme para su bien y bendición.
III. Cambiamos de identidad cuando nos vestimos de Jesús (v. 24) “y vestíos del nuevo hombre…”
El tercer paso de la renovación es una vez que me he despojado de lo viejo, que he reprogramado mis pensamientos; ahora desnudo, debo revestirme de algo nuevo y Pablo nos dice que debemos “…vestíos del nuevo hombre…” (v. 24); ser cambiados no consiste solamente en fijarnos en lo negativo y desecharlo, quedando con un enorme vacío; sino que hay que llenarlo con algo mejor y más satisfactorio que es Jesús. Usted debe llenarse de Jesús, si es que quiere ser alguien diferente y mejor, usted debe llenarse de Jesús si quiere ser en verdad su discípulo. El apóstol Juan nos dice que Jesús es el verbo encarnado de Dios; es el logos, la palabra hecha persona (Jn 1: 1) por lo tanto llenarse de Jesús es llenarse, saturarse, saciarse del pan de vida que es la Palabra de Dios, la Biblia. Para llegar a ser como Cristo, debemos llenarnos de Él, debemos llenar nuestras vidas de su Palabra. La Biblia es más que una guía doctrinal y/o religiosa, genera: vida, crea fe, produce cambios, asusta al diablo, obra milagros, sana heridas, edifica el carácter, transforma circunstancias, imparte alegría, supera adversidades, derrota la tentación, infunde esperanza, libera poder, limpia nuestra mentes, garantiza nuestro futuro para siempre. Y hace todo esto porque es palabra viva “…las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn 6: 63) Pablo dice a los creyentes de Efeso: No deben ser como los otros gentiles (v. 17), usted no aprendieron a vivir así de Cristo (v. 20); por lo tanto renuncien a su pasada forma de vida (v. 22), cambien sus pensamientos (v. 23) y llénense de Cristo ¿Cómo?
Con su poderosa Palabra escrita. En una ocasión escuche a un pastor decir que una pariente suya tiene en su casa, en un lugar muy especial una Biblia de buen tamaño, siempre abierta en el Salmo 27, para tener bendición; más el pastor reprende a su familiar diciéndole: “La Biblia solo sirve cuando quien la lee la cree y la pone por practica” Muchos creyentes esperan un buen día despertar totalmente trasformados, libres de su viejos y malos hábitos; pero poco o nada hacen por ello. Muchos cristianos envejecen, pero no crecen y esto se debe a que son más fieles a leer el periódico que a leer la Biblia. No debemos sorprendernos de nuestro pobre crecimiento espiritual si solo dedicamos 3 minutos a leer la Biblia y 3 horas a otras actividades. Muchos de nuestros problemas se deben a que confiamos más en otras cosas que en las sabias palabras de nuestro maestro. La cultura (todos lo hacen), la tradición (siempre lo hemos hecho así), la razón (parece lógico) y las emociones (sentimos que es lo correcto) son imperfectas a la hora de dirigirnos en la vida; para eso Dios nos ha dado la Palabra de vida que es la Biblia; cuando usted la lee, la estudia, la reflexiona y la cree; usted esta literalmente oyendo la voz de Cristo y se esta llenado de Él para guiarlo hacía lo mejor. He aquí algunas recomendaciones para llenarse de Jesús, de su palabra y así ser transformado: 1. Tenga diario un tiempo de lectura de la Biblia, eso te garantiza que la voz de Dios te acompaña siempre; 2. Investiga y/o estudia la Biblia; plantéate preguntas y buscar respuestas en la misma Escritura ¿Quién?, ¿Cuándo? ¿Cómo?, ¿Dónde?, ¿por que?, etc.; 3. Memorízala; esta es una herramienta poderosa en el momento de la tentación y la aflicción; el Espíritu Santo no te hará recordar lo que no has sabes; 4. Concentrarse en la Biblia; esto es mantener el pensamiento en sus palabras y enseñanzas; y por último 5. Asiste a una iglesia a escuchar la Palabra de Dios y acéptala. Jesús enseñó que la bendición de Dios viene por obedecer la verdad, no sólo por conocerla (Jn 13: 1) Somos cambiados de identidad cuando nos llenamos de la Palabra viva que es Jesús.
Desafío
John Newton nació en Londres el año 1725. Cuando tenía 7 años, su madre murió, no sin antes enseñarle desde temprana edad la importancia conocer y seguir al Dios de la Biblia. Después de la muerte de su madre se convirtió en un niño del camarote de un barco pesquero. Sus experiencias a través de los años en el mar fueron peligrosas y emocionantes, una vez fue embriagado fue llevado a fuerzas como parte de tripulación a un Barco de Guerra. Allí fue cruelmente maltratado, lo golpearon y abusaron de él. Luego de esta experiencia se enroló en un barco de esclavos, convirtiéndose en traficantes más importante de ellos. Durante todo este tiempo John vagó lejos del Dios de su madre y de la Biblia. Más tarde escribió "Con frecuencia vi la necesidad de ser un cristiano solo para escapar del infierno, pero amaba el pecado y no estaba dispuesto a abandonarlo". Cada año caía más bajo en las garras del pecado y pronto estaba en tal estado que la tripulación lo despreciaba, considerándolo solo un animal. Sin embargo un día la gracia salvadora de Jesús lo alcanzó y tomó la firme decisión de ser su discípulo; para lo cual tuvo que despojarse de su vieja forma de vida (v. 22), renovó su mente (v.23) y se revistió de Jesús (v.24) y una vez transformado, cambiado de identidad dijo: “Cuando llegues al cielo, habrá tres cosas con las que te sorprenderás; La primera es que no encontrarás allí a aquellas personas que pensabas que estarían.
La segunda es que te sorprenderás por encontrar allí a personas que pensaste no estarían allí. Y en tercer lugar te sorprenderás por encontrar a John Newton, el peor traficante de esclavos en el cielo” Si pero a un John Newton totalmente transformado, con otra identidad, la que Jesús da a todo aquel que aplica en su vida estos tres principios poderosos. Quieres ser salvo de toda maldad, dice un viejo himno; acepta a Jesús; pero quiere ser nuevo en su forma de vivir: Despójate de viejas formas de vida, aquellas que le atan al pasado y a acciones dañinas; renueve su mente, si cambia su forma de pensar empezara a ver diferente las cosas; deje que Dios reprograme su piloto automático. Y por último vístase de Jesús, llénate de sus palabras, conócelas, créelas y aplícalas en tu vida. Y con toda seguridad serás una nueva persona; dicen los que saben que las palabras “despojaos” y “vestíos” de este pasaje están escrito en un termino griego llamado aoristo el cual significa que es indefinido, ilimitado, sin limite de tiempo; esto es que una vez despojados y vestidos ya no hay marcha 

Thursday 26 January 2012

Dr. Roberto Miranda
Dr. Roberto Miranda
Uno de mis textos favoritos en toda la Biblia se encuentra en Proverbios 4:18. Declara: “Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto”. Me gusta porque capta perfectamente ese sentido de profunda positividad que penetra toda la Escritura. Para los hijos de Dios, la vida debe ser una trayectoria de continua ascendencia, un perpetuo ir hacia niveles cada vez más altos de madurez y desarrollo personal. Dios nos ha creado para ser perpetuamente superables, para cada día ser mejores, más fuertes, más sabios, más inteligentes y cultos, más astutos para vivir la vida. El propósito de Dios es que aprendamos aun de nuestros fracasos, que saquemos provecho de la lucha perpetua con nuestros defectos, que usemos cada experiencia, buena o mala, como un peldaño hacia la grandeza personal.
Dios, dice la Biblia, nos ha hecho “un poquito menor que los ángeles”. Esa expresión misteriosa alude al potencial innato que lleva cada ser humano dentro de sí. En cada espíritu humano está la semilla de la grandeza, la posibilidad de hacer grandes cosas, de escalar alturas inimaginables. El sello de Dios, la genética divina, está escrita dentro de nosotros.
El relato de la Caída y la expulsión del jardín del Edén nos sugieren que esa potencialidad casi infinita quedó tronchada por la separación de Dios que resultó de la desobediencia esencial cometida por nuestros progenitores Adán y Eva. Pero cuando Cristo invade nuestra vida por medio de su Espíritu, todo el poder del Reino de Dios se activa y moviliza a nuestro favor. Adquirimos energías y recursos que antes no teníamos. Los caminos obstruidos se despejan delante de nosotros. El viento de Dios sopla detrás de nuestra nave. Podemos emprender confiadamente la aventura de la vida. En la dimensión espiritual Dios emite una orden para que sean liberados todos los recursos necesarios para nuestro éxito personal. ¡Todo el poder del Cielo aguarda nuestra orden para respaldarnos cuando emprendemos nuevos proyectos y visiones!
En Efesios 1:17-20 el apóstol Pablo ora para que los creyentes de Éfeso reciban “el espíritu de sabiduría y de revelación” para poder entender cabalmente la magnitud del poder que han recibido como creyentes en Jesucristo. Pablo sugiere que la grandeza del poder que hemos recibido es tan grande, que se requiere una revelación directa de Dios para comprender cuán amplia es la capacidad que hereda todo cristiano para vivir una vida poderosa y llena de éxito. En un momento, Pablo aclara que se trata del mismo poder que se movilizó para resucitar a Cristo de los muertos. Pablo ora para que sus lectores sean capacitados para entender “cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza”. Evidentemente, el poder que hemos heredado por medio del Espíritu Santo ¡es verdaderamente asombroso!
¿Por qué, entonces, tantos creyentes viven vidas estancadas, mediocres, a penas rozando la superficie de su potencial? ¿Por qué la mayoría de nosotros nunca llegamos a entrar en lo profundo de ese vasto potencial que Dios ha establecido dentro de nosotros? ¿Qué impide que le saquemos el máximo provecho a esa generosa maquinaria divina, lista para movilizarse al menor movimiento de nuestra creatividad?
El reconocimiento acerca de la tremenda adaptabilidad del cerebro humano, el gran potencial expansivo que llevamos dentro de nosotros, debe llevarnos a una postura de gran optimismo y esperanza. Debiera conducirnos a desterrar de nuestro vocabulario conceptual el “Yo no puedo” que tantas veces nos frena cuando nace en nosotros el impulso hacia la superación personal. Más bien, debiera conducirnos a sustituir la inspiradora declaración del apóstol Pablo— “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”—como un programa de vida, como el lema gobernador de nuestra existencia.
Pablo sabía que con el poder de Dios a favor nuestro, por medio de la gracia ilimitada que El ha instalado en nosotros por medio de su Hijo Jesucristo, podemos ir mucho más allá de nuestras limitaciones inmediatas. Con el poder del Espíritu que habita dentro de nosotros podemos trascender el arrastre de nuestro pasado, las heridas y deformaciones de la pobreza y la falta de educación, los defectos y deficiencias de nuestra personalidad. Podemos extendernos hacia un horizonte lleno de posibilidades, donde la única limitación reside en nuestra capacidad para creerle a Dios, y nuestra disposición a pagar el precio de perseguir nuestros sueños persistentemente hasta que se hagan realidad. Así que, ¡emprende el vuelo!, y comienza a sacarle provecho al ilimitado poder que ya Dios ha instalado dentro de ti.

Friday 20 January 2012

 habla hoy viernes, 20 de enero 2012
Dr. Roberto Miranda
Dr. Roberto Miranda
El escritor de Eclesiastés declara: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora” (Ecl 3:1). Habacuc 2:3 introduce un elemento muy importante en la ejecución de toda visión personal: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará”. Muchas veces Dios pone sueños en nuestro corazón, anhelos y proyectos y planes, que no son para el momento actual, sino para el futuro distante. Dios nunca está de prisa. Dios crea pacientemente, orgánicamente, desde adentro hacia fuera, poniendo una pieza encima de la otra con total intencionalidad. Se toma su tiempo en elaborar una hermosa visión.
Cuando Dios está obrando en una vida, nada sucede por inercia o accidente. Nada sobra, y nada falta. En Dios no hay excesos. Todo lo que El permite que intervenga en la elaboración de una visión es justamente lo que se requiere, aunque en nuestro apresuramiento por verla realizada parezca que el momento de la victoria se está tomando demasiado tiempo en llegar.
Nunca abandones una visión porque se haya tomado demasiado tiempo en realizarse. Muchas veces las visiones de Dios requieren un largo viaje antes de tornarse en realidad. Como Abraham, quien tuvo que recorrer proféticamente la tierra que sus descendientes habrían de ocupar sólo varios siglos después de su muerte, muchas veces tendremos que viajar grandes distancias en el tiempo y el espacio antes de que nuestras aspiraciones se conviertan en realidad. Tendremos que experimentar y padecer muchos fracasos y vicisitudes antes de entrar en la tierra prometida que Dios ha declarado sobre nuestro espíritu. ¡Puede pasar mucho tiempo antes de que podamos acariciar en nuestros brazos el Isaac que Dios nos ha prometido! Sin embargo, en esa marcha forzada pero fecunda recogeremos una inmensa cantidad de recursos y experiencias que serán necesarias para conquistar el territorio que nos hemos propuesto; y, sobre todo, para consolidarlo y retenerlo.
El apóstol Pablo nos advierte que para ser coronados--en otras palabras, para llegar a la plena realización de nuestros sueños-- tenemos que luchar legítimamente (2 Tim 2:5). “Luchar legítimamente” quiere decir, no tomar atajaderos; quiere decir, pasar por el largo y arduo proceso que requiere una visión, tomar hasta el fondo la copa de la crucifixión personal que nos prepara y capacita para el triunfo que tanto anhelamos.
Las visiones que Dios instala en nuestros corazones frecuentemente requieren un proceso de desarrollo arduo y detallado. Hay reglas y principios que tienen que ser obedecidos. Hay cosas que tienen que morir, deudas que tienen que pagarse, rasgos de carácter que tienen que ser eliminados o establecidos en nosotros por medio del sufrimiento, la lucha o el fracaso. Nuestro ser interior tiene que ser ajustado a la magnitud y la complejidad de la visión que hemos concebido.
No podemos apresurar los procesos de Dios. No debemos tratar de evadir las crucifixiones y estaciones de espera que surgirán en el camino hacia la cumbre. Cuando obtengamos el premio, tendremos que haber corrido la carrera sin trampas ni atajaderos.
Dios es un Dios de procesos, de etapas entrelazadas que se van cumpliendo ordenadamente una tras otra en un orden coherente. ¡Todo esto requiere tiempo! La hermosa sinfonía de una vida con propósito no se realiza de la noche a la mañana. Requiere una capacidad para ver a largo plazo, para esperar pacientemente “hasta que despunte el alba”. El salmista dice: Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. (Salmos 40:1)
Aunque la visión se tome más tiempo de lo previsto, debemos esperar pacientemente hasta que Dios se incline hacia nosotros, nos extienda su cetro, y nos otorgue el triunfo anhelado. Si la visión es auténtica y viene de Dios, El se asegurará de que llegue el tiempo de su realización. En tiempos de sequía y espera, cuando casi desfallecemos y abandonamos la visión, Dios nos susurra: “Aunque se tarde mucho tiempo, no la abandones. Ella se apresura hacia el fin, y no mentirá”.
La persistencia es uno de los grandes componentes de toda vida exitosa e impactante. Dios nos ha llamado a bendición y triunfo, y promete respaldarnos en nuestro ascenso hacia la grandeza personal. Pero tenemos que ser fieles. Tenemos que persistir hasta el final. No debemos darnos por vencido simplemente porque se haya tomado mucho tiempo llegar hasta la meta. Espero que esta meditación te anime a una vida de persistencia en la búsqueda de tus sueños. Persistamos en la vision hasta verla plenamente realizada. ¡Dios te bendiga!

Thursday 19 January 2012


Salmos 78:10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley;
Salmos 101:2 Prestaré atención al camino de integridad. ¿Cuándo vendrás, Señor, a mí? En la integridad de mi corazón andaré dentro de mi casa.
Salmos 101:6 Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá.
Salmos 119:80 Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.
Salmos 128:1 Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR, que anda en sus caminos.
Proverbios 8:32 Ahora pues, hijos, escuchadme, porque bienaventurados son los que guardan mis caminos.
Proverbios 11:20 Los de corazón perverso son abominación al SEÑOR, pero los de camino intachable son su deleite.
Proverbios 13:6 La justicia guarda al íntegro en su camino, mas la maldad trastorna al pecador.
Isaías 56:2 Cuán bienaventurado es el hombre que hace esto, y el hijo del hombre que a ello se aferra; que guarda el día de reposo sin profanarlo, y guarda su mano de hacer mal alguno.
Ezequiel 11:20 para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Ezequiel 18:17 que retrae su mano del pobre, no cobra interés ni usura, cumple mis ordenanzas y anda en mis estatutos, ése no morirá por la iniquidad de su padre, ciertamente vivirá.
Miqueas 4:2 Vendrán muchas naciones y dirán: Venid y subamos al monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob, para que El nos instruya en sus caminos, y nosotros andemos en sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.