Thursday 19 January 2012


Salmos 78:10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley;
Salmos 101:2 Prestaré atención al camino de integridad. ¿Cuándo vendrás, Señor, a mí? En la integridad de mi corazón andaré dentro de mi casa.
Salmos 101:6 Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá.
Salmos 119:80 Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.
Salmos 128:1 Bienaventurado todo aquel que teme al SEÑOR, que anda en sus caminos.
Proverbios 8:32 Ahora pues, hijos, escuchadme, porque bienaventurados son los que guardan mis caminos.
Proverbios 11:20 Los de corazón perverso son abominación al SEÑOR, pero los de camino intachable son su deleite.
Proverbios 13:6 La justicia guarda al íntegro en su camino, mas la maldad trastorna al pecador.
Isaías 56:2 Cuán bienaventurado es el hombre que hace esto, y el hijo del hombre que a ello se aferra; que guarda el día de reposo sin profanarlo, y guarda su mano de hacer mal alguno.
Ezequiel 11:20 para que anden en mis estatutos, guarden mis ordenanzas y los cumplan. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Ezequiel 18:17 que retrae su mano del pobre, no cobra interés ni usura, cumple mis ordenanzas y anda en mis estatutos, ése no morirá por la iniquidad de su padre, ciertamente vivirá.
Miqueas 4:2 Vendrán muchas naciones y dirán: Venid y subamos al monte del SEÑOR, a la casa del Dios de Jacob, para que El nos instruya en sus caminos, y nosotros andemos en sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del SEÑOR.

2 comments:

  1. Encuentra el eje espiritual para tus peticiones

    Sin embargo, respecto a la promesa de Dios, Abraham no titubeó con incredulidad, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.
    Romanos 4:20
    Estaré en mi puesto de guardia, y sobre la fortaleza me pondré; Velaré para ver lo que El me dice, y qué he de responder cuando sea reprendido.
    Habacuc 2:1

    En la jornada de fe, hay ocasiones en que el creyente tiene que buscar lo que yo llamo el eje espiritual, el punto de apoyo escritural, desde donde sea posible afincarse, para desde allí emprender la batalla que está por delante. Puede ser un texto de la palabra de Dios; puede ser una promesa que Dios haya susurrado a nuestro corazón; puede ser una palabra profética que hayamos recibido. De todas maneras, como hemos dicho antes con respecto a la oración, es importante que el creyente busque y descubra la declaración específica de Dios para cualquier batalla que haya de librar, y que aprenda a “pararse” sobre lo que Dios ha dicho concerniente a su situación particular.

    Por eso es tan importante que aprendas bien la Palabra de Dios, y que cuando seas confrontado con un reto en la vida, o asumas una lucha, una jornada, una aventura espiritual, puedas encontrar esa palabra específica en la Biblia que tiene que ver con el drama personal que estás viviendo. Y cuando Dios dé esa palabra rhema a tu espíritu, recíbela y haz de ella tu bandera. Conviértela en el lema de tu batalla. Medita en ella constantemente; presenta tus peticiones en términos de su contenido; satura tu espíritu con las imágenes que de ella emanan; repítela una y otra vez hasta que tu espíritu se haya empapado de su mensaje y haya extraído de ella todos los nutrientes espirituales que encierra.

    En ocasiones Dios me ha hablado así. Mientras he estado leyendo la Biblia, un texto particular como que ha cobrado relieve en mi ser interior, y ha adquirido tres dimensiones dentro de mi espíritu. Y Dios me ha dicho: “Ese es el texto que quiero que uses para desatar y canalizar el poder de mi Espíritu en esta jornada específica que has emprendido”.

    La mujer sirofenicia se le acercó a Jesús con una petición desesperada. Su hija estaba gravemente afectada por un espíritu inmundo. ¿Podría él liberarla de su aflicción? El Señor le respondió para probarla con una palabra descorazonadora y hasta levemente insultante: su etnicidad la descalificaba. No era bueno dar la comida de los hijos (los judíos) a los perrillos (gentiles como ella y su hija). “Sí, Señor,” respondió ella humildemente. “Pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos”.

    Impactado por esa respuesta tan astuta, tan específica y tan llena de fe, el Señor le dijo: “Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija”. ¡La mujer encontró la palabra específica que desató el poder sanador de Jesús! “Se paró” sobre esa respuesta, y reformuló su caso empleando la misma imagen que el Señor había utilizado para rechazarla. El Maestro no tuvo otro remedio que premiar con una respuesta afirmativa el contundente argumento espiritual que ella le planteó.

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  2. libro de Josué 3,7-10.11.13-17.

    “EL ARCA DE LA ALIANZA PASARÁ EL JORDÁN DELANTE DE USTEDES”.

    Yahvé dijo a Josué: “Hoy mismo voy a empezar a engrandecerte a los ojos de todo Israel, para que sepan que, lo mismo que estuve con Moisés, estoy contigo.
    Tú darás esta orden a los sacerdotes que llevan el arca de la alianza: “En cuanto lleguéis a la orilla del agua del Jordán, os pararéis, en el Jordán”.”
    Josué dijo a los israelitas: “Acercaos y escuchad las palabras de Yahvé vuestro Dios.”
    Y dijo Josué: “En esto conoceréis que el Dios vivo está en medio de vosotros y que arrojará ciertamente a vuestra llegada al cananeo, al hitita, al jivita, al perizita, al guirgaseo, al amorreo y al jebuseo.
    He aquí que el arca de Yahvé, Señor de toda la tierra, va a pasar el Jordán delante de vosotros.
    En cuanto las plantas de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Yahvé, Señor de toda la tierra, pisen las aguas del Jordán, las aguas del Jordán que vienen de arriba, quedarán cortadas y se pararán formando un solo bloque.”
    Cuando el pueblo partió de sus tiendas para pasar el Jordán, los sacerdotes llevaban el arca de la alianza a la cabeza del pueblo.
    Y en cuanto los que llevaban el arca llegaron al Jordán, y los pies de los sacerdotes que llevaban el arca tocaron la orilla de las aguas (y el Jordán baja crecido hasta los bordes todo el tiempo de la siega),
    las aguas que bajaban de arriba se detuvieron y formaron un solo bloque a gran distancia, en Adán, la ciudad que está al lado de Sartán, mientras que las que bajaban hacia el mar de la Arabá, o mar de la Sal, quedaron cortadas por completo, y el pueblo pasó frente a Jericó.
    Los sacerdotes que llevaban el arca de la alianza de Yahvé se estuvieron a pie firme, en seco, en medio del Jordán, mientras que todo Israel pasaba en seco, hasta que toda la gente acabó de pasar el Jordán.

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