Wednesday 30 November 2011

Para tratar este tema complejo, deberemos remontarnos al principio de la creación del hombre.Cuando Dios hizo a Adán, éste tenía, algo maravilloso; una completa relación con El y por lo tanto, lo q le aseguraba, hermosas bendiciones del Dios q es todo amor. Al caer en pecado, la dependencia con el Espíritu Santo de Dios, se quebró; el hombre pasó a depender de otro tipo de conocimiento q provenía de otra fuente, su propio YO que acaparó el trono de su corazón, desviándolo de los propósitos de su creador.Voluntariamente se apartó (Leer Génesis cap.3), El fruto del pecado (separación de Dios) trajo muerte, no solo física sino lo q es peor, muerte espiritual, ya q Dios es santo y no podrá jamás, tener relación con el pecado.No obstante, no dejó al hombre ni se olvidó de su triste condición, no lo dejó para q abordara soloel fruto de su desobediencia.Hizo lo máximo q el amor perfecto pudo hacer, enviando a su único Hijo, JESUCRISTO, para cargar sobre él, el pecado de toda la humanidad, del tuyo y del mío. Porqué hizo esto? Porq era el ünico CAMINO q le permitiría al hombre, volver a relacionarse con Dios. El nunca quebranta sus propias leyes, si lo hiciera, dejaría de ser Dios ya que el pago del pecado es muerte, solo alguien completemente libre de pecado, podría ocupar nuestro lugar y pagar el precio de nuestras rebeliones. Y uno solo cumplía este requisito: JESUS, es decir, Dios mismo encarnado en forma de hombre, haciéndose igual a nosotros en nuestras limitaciones y nuestra humanidad caída.Cuando Cristo murió en la Cruz del calvario, nuestra deuda con el Padre quedó saldada para siempre, mediante la sangre preciosa de su Hijo,vertida a nuestro favor. Esa sangre es PURA, , no tiene contaminación alguna, ni por herencia, ya q Cristo no nació como fruto de relación humana, sino de una virgen, María, q concibió fruto del Espíritu Santo, ni tampoco cometió ningún pecado, que lo apartara de su Padre. Ahora q el camino quedó abierto,el plan perfecto de salvación, está al alcance de cualquier ser humanoq siga estos sencillos pasos; 1º) Reconocer que somos pecadores (por herencia y por comisión voluntaria de hechos q sabemos son contrarios a la voluntad de Dios) 2º) Pedir perdón a Dios por nuestros pecados. 3º) Reconocer q Cristo murió en mi lugar y es el único y suficiente Salvador de nuestra alma. 4º) Pedirle q entre a nuestro corazón. Si con un corazón sencillo,con nuestras propias palabras (léase sin palabrerío) le pedimos esto a Dios, El lo hace y pasamos así a ser sus HIJOS, con plenos derechos.Luego viene la etapa del crecimiento y como padre bueno, El nos irá guiando para trnsitar un camino de bendiciones q nos llevará a ser lo q Dios planeó q fuéramos. Pero nunca nos tratará como títeres (marionetas sin poder de decisión) ME PREGUNTARAS Y CON RAZÖN q tiene q ver esto con tu pregunta, pues bien te contesto ; el hombre es injusto ya q el conocimiento q tiene de sí mismo y de su entorno, no PROVIENE DE DIOS, sino de su naturaleza caída. No le buscamos, no leemos su Palabra para saber tomar decisiones correctas , no queremos comprometernos con El y caemos así en lo q el enemigo de nuestra alma quiere; creer q todo termina en la tumba, q no hay otra vida mejor...y la errónea idea de que somos lo más "justos" q podemos, dependiendo de "nuestras buenas obras". DIOS ya hizo todo por nosotros, ahora debemos decidir, si seguimos en nuestra ignorancia e incredulidad...Que DIOS bendiga tu vida, Gaby, se que estos son bosquejos bien elementales, pero están dichos desde mi corazón, para desearte a ti LO MEJOR.
Jesus te dice hoy: mi amor por ti es más profundo
que el mar, más alto que el cielo y Mi mayor anhelo
es caminar contigo y ser tu amigo.

Yo estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré
a él y cenare con él y él conmigo
Apocalipsis 3:20


Tuesday 29 November 2011

Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. No nos metas en tentación, sino líbranos del mal, porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén. Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas. Mateo 6:12-15
Nosotros perdonamos para nuestro propio bien.
Durante 12 años me he desempeñado como maestra de clases de discipulado nivel 2, en mi iglesia Congregación León de Judá. Y a travez de los años he podido notar lo difícil que le es al ser humano perdonar a la persona que le ha lastimado.
El perdón es bello. Trae paz al alma, a la mente , al corazón y es medicina para el cuerpo físico.
Si no perdonamos al hombre sus ofensas ¿cómo podemos esperar a que Dios perdone las nuestras y nos de una vida fructífera?
Hagamos pues un autoexamen y dejemos a que la luz de Cristo nos revele a cuantas personas les hemos causado dolor quizás aún sin darnos cuenta.
Por un momento pensemos en Jesús quien por nuestras faltas y pecados fue a la muerte y muerte de cruz, para darnos vida y vida en abundancia.
Este hecho de amor incomparable nos tiene que mover no solo a perdonar a los que nos han herido; sino también a mostrarles amor, misericordia y bendecirlos y esto conlleva no solo a orar por ellos sino a realizar obras a su favor.
No podemos vivir una vida cristiana con amargura en el corazón.
Es increíble como avanza la tecnología. Quien imaginaba hace veinte años que podíamos llevar un teléfono sin necesidad de tenerlo conectado a una fuente de corriente. Aún más una mini computadora que podemos también llevar, leer y estudiar en cualquier sitio porque tenemos acceso a libros e información en estas pequeñas computadores que reciben señales por el aire. Esto nos parece común hoy y cada día vemos el progreso de esta tecnología. Sin embargo el reino de Dios ha gozado de estos avances desde muchas centurias. Cuando Cristo vino al mundo, murió y resucitó nos dio comunicación directa con el Padre.
No necesitamos ningún intermediario dice la Palabra de Dios que podemos entrar y hablar directamente con el Padre Celestial no solo para que nos de socorro, o para una petición pero para contarle nuestros logros y darle gracias. Hace muchos aprendí que el número directo de Dios es Jeremías 33:3 “Clama a mí, y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Te haz preguntado ¿cuando podemos clamar al Señor? En todo tiempo, y lo mejor es que no vas a escuchar una voz que graba el mensaje El te da sabiduría porque su palabra lo promete, “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche y le será dada.” El contesta todas nuestras llamadas. Cuando estamos enfermos, cuando nos encontramos en un aprieto económico, cuando no sabemos que hacer ante un hijo rebelde, cuando no sabemos tomar una decisión, cuando nuestro matrimonio está en problemas, cuando me siento sola o confundida pero también cuando estoy contenta, cuando todo marcha bien, cuando no hay problemas, que bueno es compartir alegrías con nuestro amado Salvador. Parece que muchas veces buscamos de El solo ante la adversidad.
Hoy quiero animarte a compartir tus victorias, tu paz, tu gratitud y toda bendición con aquel que te ha dado nueva vida. Celebra el cumpleaños de tu nuevo nacimiento con tus seres queridos, también el de tus hijos y esposo. Jesús debe ser el centro de nuestra vida y de nuestros hogares.
Padre Celestial te doy gracias porque tú estás atento a mis necesidades, mis problemas pero también te alegras con mis éxitos y con mi compañía. Ayúdame a tener una agradable comunión contigo para que en los días malos te consulte a Ti antes de recurrir a otros. Gracias por tu amor y cuidado para mí y mi familia. Amén.

Sunday 27 November 2011

NO TE RINDAS

“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones” Jeremías 1: 5

Posiblemente estas pasando por uno de tus peores momentos espirituales, a lo mejor todo esta saliendo contrario a lo que quisieras, en mas de alguna oportunidad has pensado en retroceder o en simplemente entregar tus privilegios.
En esta ocasión quiero decirte que hay momentos en la vida, en donde parece muy difícil entender el porque estamos pasando por esos momento de bajón espiritual, en donde por mas que queramos nada nos sale bien y lejos de salir bien todo nos sale contrario y eso ayuda a que nuestro animo decaiga.
Querido amigo, quiero recordarte que tu no eres uno mas del montón, tu eres especial tesoro, puesto que Dios te ha elegido desde antes que te formases en el vientre de tu madre. ¿Se te olvida que tu eres alguien especial?, posiblemente estas palabras en este momento no son las indicadas, puesto que es algo que tu ya sabes, pero del saber al entender hay una gran diferencia.
Esta Palabra de Dios fue escrita para ti en especial, para que te des cuenta del valor que tienes para Dios, para que en esos momentos en don quieres tirar la toalla te des cuenta que Dios ya tenia un plan para ti desde antes que nacieras y esto te lleve a reflexionar sobre el valor de no rendirte.
Amigo, por lo que mas quieras, no te rindas, no te des por vencido, tu eres especial para Dios y si El un día te llamo es porque tiene grandes planes para ti, no te desanimes, no decaiga tu animo por las circunstancias de la vida, al contrario, toma fuerzas de donde no las hay y sigue luchando por cumplir el propósito de Dios en tu vida. ¡Vamos!, no estés pensando en entregar tus privilegios, Dios te ha escogido a ti para dártelos y si El un día tuvo a bien entregártelos es porque El sabia que tenias la capacidad para cumplirlos, que los comentarios negativos de la gente no te hagan desfallecer, sino que al contrario te hagan tomar nuevas fuerzas para demostrar de que eres llamado de Dios.
Es momento de pedir perdón a Dios, por las veces que he querido dejar todo, por los momentos en donde se me ha olvidado que soy un llamado de El y quien me puso donde estoy es El, yo no quiero defraudar a mi Dios, yo quiero cumplir el propósito para el cual fui llamado y si tengo que pasar por momentos de soledad, desanimo y hasta prueba, pues lo haré, porque se que después de estas tormentas vendrá la calma y cuando venga la calma, mi carácter será el que Dios quería que fuera.
Quiero terminar esta corta reflexión diciéndote tres cortas palabras, pero que van con todo mi amor de parte del Señor: NO TE RINDAS

Saturday 26 November 2011

No Ames al Mundo o Las Cosas en el Mundo

< 1 Juan 2:15-17 >
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”

Sé que tú y yo estamos luchando con las tres clases de lujuria. En Santiago 4:1, escrito está, “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?” Aquí en 1 Juan, la Biblia habla de pasiones refriéndose a los deseos de la carne, de los ojos y la vanagloria de la vida.
De hecho, se debe a que estas tres clases de deseos con las que luchamos en nuestras vidas de fe y que con frecuencia tropezamos por las cosas del mundo. Debido a estos deseos de la carne, deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, nuestras vidas de fe se interrumpen frecuentemente, aunque hemos sido salvados. Me entristece profundamente ver que esto ocurra.
La Biblia nos dice frecuentemente que esperemos el día del regreso del Señor y que perseveremos hasta ese día, como está escrito en Santiago 5:7, “tened paciencia hasta la venida del Señor.” Al igual que la Biblia nos exhorta, yo creo que hasta ese día, debemos dedicar nuestras vidas a esparcir el evangelio del agua y el Espíritu y a perseverar en este precioso trabajo hasta el final.
Yo sé, desde luego, que tal vida de paciencia es dificil de vivir. Vivimos a través de diferentes adversidades no por nada en particular, sino debido a los deseos de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida. Desde luego, podrías considerar estas tres clases de deseos como sin ninguna importancia para ti, pero para en realidad luchar contra ellos y seguir al Señor, puede ser difícil y doloroso.
El Apóstol Juan nos dice aquí en 1 Juan 2:15, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Ciertamente, si amamos las cosas en el mundo aún un poco, y si el deseo de la carne, el deseo de los ojos y la vanagloria de la vida que aman al mundo entran en nuestro corazón aún un poquito, entonces se vuelve más difícil para nosotros llevar nuestras vidas de fe verdadera.
Esto no significa, sin embargo, que nosotros como Cristianos debamos ser cortados de los hilos del mundo. Nuestro Señor no nos dijo que dejaramos el mundo y vivamos totalmente separados de el. Más bien, lo que nos dijo es que sacaramos de nosotros la ambición. Ni tampoco nos dijo que despreciaramos el mundo. Él si nos dijo, sin embargo, que tuviéramos cuidado con las tres clases de deseos en nuestro corazón.
Hasta el ultimo día, debemos vivir nuestras vidas predicando el evangelio, ya que ante nosotros, existen muchas almas que aún no han recibido la remisión de sus pecados. Sin embargo esta tarea no es fácil; realmente es difícil esparcir el evangelio del agua y el Espíritu a todos antes de que termine nuestra vida. Aún así, no importa cuando regrese nuestro Señor, y no importa cuando vayamos y estemos ante Su presencia, debemos predicar el evangelio del agua y el Espíritu hasta ese día. Doy gracias al Señor por ponernos en Su Iglesia, por protegernos con cercas espirituales, y por permitirnos predicar el evangelio del agua y el Espíritu, ya que somos de tal forma que si nuestros corazones son atraídos por el mundo aún un poquito, simplemente no seriamos capaces de servir al evangelio.
Me doy cuenta de cuan dificil es guardar nuestro corazón de fe. Creo que es más difícil que realizar una labor física fuerte. La labor física no es tan dura, ni es tan difícil vivir en este mundo–simplemente hacemos lo que tenemos que hacer. Pero el que nuestro corazón se aleje de Dios es la mayor maldición, y es por ello que es tan problemático y conflictivo. Así que la Biblia nos exhorta, “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Aún así, debido a que el Señor ha borrado todos nuestros pecados, yo creo que si no caemos en cualquiera de estas tres clases de deseos muy profundamente, entonces esto no es un problema insuperable.
¿Cuantas almas andan aún por ahí a quienes debe predicarles el evangelio del agua y el Espíritu? Así que para que estas almas lleguen a creer en el evangelio del agua y el Espíritu y sean salvos de sus pecados, ciertamente debemos guardar nuestro corazón, volvernos de nuestros malos caminos, y vivir por fe.
¿Quién sabe la fecha en que descendera la Gran Tribulación de los siete años sobre esta tierra? En esta era y tiempo, las señales de los tiempos finales se dan por todas partes. Puede ser que hayas oído de los cambios climáticos anormales y de los desastres naturales qu resultan de ello. Se reporta que las lineas de los limites de los icebergs polares están retrocediendo rápidamente. No hay duda que esto se debe al calentamiento global. Grandes desastres naturales se liberaron por tales cambios climáticos como El Niño y ahora se han convertido en eventos anuales.
Aún más, esta era está llena con mucha tensión y conflicto entre las naciones. Los ataques terroristas y las guerras se desatan sin cesar. Ahora vivimos tales tiempos. Así que cuando pensamos acerca de cómo podemos proclamar el evangelio a los miembros de nuestra propia familia y a todas las almas a tráves de todo el mundo, y así de cómo podemos vivir por fe hasta el día del regreso del Señor, no nos queda más que depender de nuestra fe en el Señor. Y también esta es la razón por la que debemos guardar nuestros corazones diligentemente.
El Apóstol Juan dijo, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:15-17).
¿Quién no ama las cosas del mundo? Se debe a que todos las aman tanto por lo que Juan nos dijo qu no amaramos las cosas del mundo. Aunque amamos las cosas del mundo, para predicar a la gente el evangangelio del agua y el Espíritu, necesitamos tener dominio propio para que nuestros corazones no se ahoguen en el mundo. Es muy difícil para nosotros no amar este mundo mientras vivimos en el, pero cualquiera que sea la razón, si amamos este mundo, entonces no hay lugar para el amor de Dios en nuestro corazón, y si amamos el mundo, no podremos predicar el evangelio del agua y el Espíritu a la gente. Es por ello que no debemos amar este mundo.
El evangelio del agua y el Espíritu en el cual ya crees no es tan intelectualmente simple, ni facil de entender. Alguna gente dice que creer en el evangelio del agua y el Espíritu es tan fácil como respirar, pero es difícil cuando alguien primero tiene que arrancar todas las mentiras que han esparcido los falsos maestros.
Así que esparcir el evangelio del agua y el Espíritu solo es posible cuando tenemos el corazón del Padre que ama a todas las almas. Si tenemos el amor del Señor en nuestro corazón, entonces todo lo que tenemos que hacer es esparcir este amor. Pero si este amor dado por Dios no está en nuestro corazón, sino que todo lo que amamos es el mundo, entonces no existe nada más difícil que tratar de esparcir este amor solamente con gruñidos. Ya que hemos sido perfectamente salvados de nuestros pecados al creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Absolutamente debemos guardar nuestro corazón si vamos a predicar este verdadero evangelio hasta el día en que regrese nuestro Señor. Debemos servir al evangelio del agua y el Espíritu, en otras palabras, convirtiendo nuestros equivocados corazones, corrigiéndolos, acercándonos al Señor más, y deshaciendonos del deseo que continua asediándonos. Solo cuando nos volvamos, una y otra vez, de nuestros corazones que se han desviado podremos servir al evangelio del agua y el Espíritu.
El pasaje de la Escritura de hoy dice, “Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” Compañeros creyentes, esta era es la ultima era. Debido a que el tiempo se está acercando, Satanás está haciendo todo lo que puede hacer para que todos amen este mundo. El avance tecnológico ha expuesto a todos a las inumrables tentaciones que provocan su deseo. A través de tales formas del mundo, Satanás está tratando de robar todo –nuestros ojos, oidos, labios, manos, pies y aún nuestros corazones.
Cuando tal era pase, no habrá nada que permanezca más en este mundo, solo guerras, terremotos, desastres y tribulaciones. Solo destrucción vendrá sobre todo lo que la humanidad ha construido. Hasta este día, la humanidad ha perseguido incansablemente avanzar más en la ciencia y en la tecnología, pero mientras que sus descubrimientos e invenciones no solo son usados con buenos propósitos, eventualmente encararan la destrucción de las mismas cosas que han creado.
Es por ello que Dios nos está diciendo en esta hora, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Mientras que esta bien que disfrutemos las cosas de este mundo, está mal que las amemos de corazón. Es correcto que reinemos sobre las cosas en este mundo, las disfrutemos, las manejemos bien y las usemos con buenos propósitos.
Pero sin importar cuanto dinero podamos tener en este mundo, de cuantas cosas podamos enorgullecernos, y aún del poder de gobernar el mundo, cuando este mundo y nosotros mismos encaremos la destrucción, todo será totalmente inútil. Se debe a que el Apóstol Juan sabía esto tan bien que él nos está diciendo aquí en la Biblia, “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Él nos dijo que no amemos las cosas del mundo ya que si las amamos, el amor de Cristo no está en nuestro corazón.
Este mensaje es algo que debemos tomar en nuestro corazón y rumiar sobre ello una y otra vez, aún si es escuchado cientos de veces. Estas tres clases de deseos están siempre cerca de nosotros, para que seamos seducidos y seguirlas en cualquier momento. Pero si seguimos los tres deseos de la carne, entonces el amor del Padre desaparecera de nuestro corazón y seremos cortados de Su salvación de amor. Por lo tanto, siempre debemos estar alertas y ser cuidadosos con las cosas del mundo, y en vez de amarlas, debemos entregar nuestro corazón aún más a esparcir el evangelio del agua y el Espíritu.
¿Que es lo que tú y yo necesitamos más en esta era y tiempo? ¿Cuál es el más grande problema que tú y yo estamos encarando ahora? Es el que nosotros amemos el mundo. Si algo esta mal en nuestro corazón y ahora estamos viviendo nuestras vidas de fe en movimiento solamente, entonces esto solo quiere decir que estamos sirviendo por lo menos a unos de estos tres deseos –los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Si seguimos al mundo de esta manera y vamos tras nuesro propio deseo, no podremos llevar una vida apropiada de fe, y como resultado, terminaremos muriendo, y también morirá nuestra familia.
Así que debemos estar atentos y ser cuidadoso con estos tres deseos carnales. Aunque tales deseos de la carne están en nuestro corazón, debemos darnos cuenta que no vienen de Dios. Los deseos de la carne, en otras palabras, vienen del mundo y de Satanás. Aún más, desear algo no quiere decir que puede ser totalmente satisfecho solo porque vamos tras de ello. Es solo cuando Dios Padre nos permite tener algo que realmente se vuelve nuestro. La Biblia afirma, “Si Jehová no edificare la casa,en vano trabajan los que la edifican;Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia” (Salmos 127:1). Así que el que nuestro corazón desee algo es en vano, y solo es sabio de nuestra parte vigilar tal avaricia y vencerla.
Si deseamos guardar nuestras vidas de fe hasta el día en que regrese nuestro Señor, debemos recordar este mensaje que Dios nos menciona aquí: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.” Solo cuando recordemos este mandamiento de Dios podremos guardar nuestras vidas de fe hasta el día del regreso del Señor. Si no tenemos el amor de Cristo en nuestro corazón, entonces no podemos continuar con nuestras vidas de fe, ya que es por el corazón y por la fe por lo que son guiadas. Es por ello que debemos hacer a un lado nuestro amor por este mundo hasta que en vez de eso el amor de Cristo crezca en nuestro corazón. Es solo cuando echamos fuera tal amor por este mundo que el amor del Padre puede florecer en nuestro corazón, y también entonces podremos servir al Señor, seguirlo a Él voluntariamente, dar fruto espiritual en Él y recibir la fertilidad de la tierra, las abundantes bendiciones y también recibir el cuidado de Dios Padre. Para que nosotros seamos bendecidos en ambos, cuerpo y espíritu, no debemos amar las cosas de este mundo, sino que debemos vencer los deseos de la carne y apartarnos.
Realmente no es tan duro vivir una vida de fe. Podemos llevar esta vida de fe si tan solo guardamos nuestro corazón diligentemente, pero si fallamos en hacerlo, entonces todo simplemente se vendrá abajo. Mientras pasa cada año, nosotros también damos un paso más al día del regreso del Señor, y sin embargo se siente como si nos hubiésemos quedado dormidos y cada vez amemos más este mundo cuando de hecho debemos esperar supuestamente por Él. En la parábola de las diez vírgenes que esperan al novio, aún las cinco vírgenes sabias se quedan dormidas. En estos tiempos finales, el mundo entero parece haberse dormido igual que estas vírgenes. A pesar de eso, hagamos a un lado el amor del mundo de nuestro corazón; vivamos cada año haciendo la obra del Señor, recibido muchas bendiciones de Él, y dando mucho fruto espiritual que salve muchas almas; y entonces recibamos a nuestro Señor con gran gozo.
Sí, de casualidad, sientes algo agitando y sofocando tu corazón mientras continuas con tu vida de fe, y descubres que internamente estas vacío mientras sirves al Señor externamente, entonces seguramente esto se debe a que tu corazón ama al mundo, y por lo tanto no hay amor del Padre en ti. No hay otra razón. Nuestro Señor desea morar en nosotros y caminar con nosotros.
Si amamos al mundo, Dios Espíritu Santo se pone celoso y se enoja con nosotros, y nos dice, “Yo estoy en tí y sin embargo, ¿no estás satisfecho Conmigo?” Debido a que el Amo que está en nostros es el Espíritu Santo, cuando nuestro Amo sé enoja y es lastimado, entonces nuestro hombre exterior está destinado a salir también lastimado, y como resultado, nos enojamos y nos impacientamos por la más pequeña cosita, y llegamos a endurecernos y a quedar espiritualmente ciegos. Como tal, debemos hacer a un lado el amor de nuestro corazón por el mundo, pedir lo que necesitamos por fe, y realizar nuestro papel como encargados administrando sabiamente lo que tenemos. También debemos amar a Cristo, vivir la vida que recibe muchas bendiciones espirituales y materiales de parte de Él y las comparte con otros hasta el día en que nos encontremos con el Señor.
Si este amor por el mundo se arraiga en vuestros corazones o en el mío, entonces deshagámonos de ello con regularidad. Parecería que tendríamos que hacer esto por lo menos una vez por semana. Una ves salvados, somos salvos por siempre, pero aún necesitamos filtrar con frecuencia esos sedimentos de nuestro corazón. Estamos destinados a que suceda que el amor por este mundo o los tres deseos de la carne se despierten en nuestro corazón. En nuestro corazón, están los residuos de nuestro amor por este mundo; esto es algo que no es unicamente para ti y para mí, sino que todos somos iguales.
Dado esto, entonces ¿cómo podemos continuar con nuestras vidas de fe? Al igual que nuestras casas están limpias ya que barremos y trapeamos cada día, es limpiando nuestro corazón del amor de este mundo por lo que podemos continuar llevando nuestras vidas de fe. Antes de que llegara cada Fiesta de Pascua, los Israelitas tenían que sacar la levadura de sus casas (Éxodo 12:15). El Seños nos exhorta, “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6). Él nos advierte que nos alejemos del legalismo y de lo secular. Si permitimos que nuestro corazón ame este mundo constantemente, aún un poco de esta levadura echará a perder nuestro corazón, y terminaremos encarando Su juicio.
Por lo tanto, necesitamos barrer de nuestro corazón tal amor por este mundo; piensa acerca de cómo el Señor nos ha salvado, cómo este Señor nos ha bendecido, lo que le agrada a Él y por que propósito nos ha salvado; y aunque no seamos capaces de hacer grandes cosas, haz lo que le agrada al Señor, aún si es pequeño. Entonces nos encontraremos con el Señor.


Cuidate de la Belleza de las Hijas de los Hombres

Ahora vayamos a Génesis 6:1-4: “Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.” 
Esta era ahora aparece como si fuese una era en que Génesis 6 se repite nuevamente. Dios nos está diciendo que ahora, esta era es como la era de Noé, y que el final se está acercando a este mundo: “¿Cómo llega el fin del mundo? ¿Qué sucede en los tiempos finales? ¿Ahora de que debemos cuidarnos?” Yo creo que esto es lo que Dios nos está diciendo.
En los días de Noé, los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y el pecado se esparció. Y el pueblo de Dios, abandonando su fe y estando emborrachados por el mundo, también se volvieron perversos y malvados. Así que Dios no podía dejar el mundo como estaba, y decidió juzgarlo.
¿Por qué, entonces, se desvió la gente de Dios? Sé debió a que los hijos de Dios, viendo la belleza de las hijas de los hombres, tomaron a quienes desearon por esposas (Génesis 6:1). Por esta razón, Dios dijo, “No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre.” ¿Qué fue tan importante qué hizo que Dios dijera que no estaría con el hombre para siempre? Necesitamos preguntarnos el porqué Dios abandonaría al pueblo de aquellos días. Y también necesitamos meditar en lo que este pasaje significa exactamente.
Dios había aborrecido tanto el que Sus hijos estuvieran intoxicados por la belleza de las hijas de los hombres. Todos los seres humanos son descendientes de Adán. Todos estos descendientes de Adán nacieron como montañas de pecado, pero entre ellos, hubo aquellos que habían nacido de nuevo y aquellos que no. Mientras pasó el tiempo, esta tierra llegó a estar poblada por muchísima gente, pero debido a que muchos de ellos no creían sino que en vez de eso iban tras el mundo, la humanidad se dividió en dos clases: aquellos que creían en Dios y le seguían, y la gente mundana que pertenecía al mundo. Para el tiempo de Noé, el pecado estaba tan multiplicado por toda tierra que aún los hijos de Dios estaban encantados por la belleza de las hijas de los hombres. Esta es la razón por la que Dios sé separó a Sí Mismo de la humanidad y juzgó esta tierra.
Necesitamos entender aquí que se quiere decir con “la belleza de las hijas de los hombres,” y el porque debemos estar particularmente atentos a este pasaje. El pasaje de Génesis 6 que estamos considerando aquí proporciona una descripción justo antes de que Dios diera Su juicio de inundación sobre esta tierra. Así que podemos concluir que esta era era muy parecida a la era actual, como está escrito, “Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:5-7).
¿Así que, que significa cuando aquí dice que los hijos de Dios fueron cautivados por las hijas de los hombres y que se casaron con ellas, y por consiguiente, ellos fueron abandonados y juzgados por Dios? Primero necesitamos entender lo que es “la belleza de las hijas de los hombres.” La belleza de las hijas de los hombres literamente significa la belleza del cuerpo. Los hijos de Dios, en otras palabras, estaban emborrachados por la belleza física de las mujeres.
La Biblia nos dice que en los tiempos del Antiguo Testamento también, mucha gente murió por seguir la belleza física y la atracción sexual. La belleza de las hijas de los hombres se refiere a tales elementos que expresaban el atractivo físico como la estatura, las piernas largas, los cuerpos esbeltos, las curvas torneadas, las figuras voluptuosas, las narices respingadas, los labios sensuales y así sucesivamente. Así que viendo tales características agradables a los ojos de la carne, los hijos de Dios fueron intoxicados por ellas y tomaron a las hijas de los hombres como sus esposas.
Aquí entonces, en esta era y tiempo, necesitamos examinar si, los hijos de Dios que han nacido de nuevo al creer en el evangelio del agua y el Espíritu, también pueden ser atraídos por la belleza de las hijas de los hombres y ser cautivados por ellas. No conociéndonos bien a nosotros mismos, podriamos decir que nosotros no somos así, pero necesitamos seriamente examinarnos para ver si de hecho estamos siendo atraídos sin pensar hacia la belleza de las hijas de los hombres, y necesitamos descubrir lo que vamos a hacer.
Entonces, ¿es posible para los hijos de Dios ver y caer con la belleza de las hijas de los hombres? Esto es muy probable. De hecho, desde una perspectiva espiritual, tal belleza no es nada. Cuando escarvamos en nuestra naturaleza fundamental desde la perspectiva biblica, descubrimos que tal belleza física de hecho se resume en nada. Pero cuando no tenemos este conocimiento bíblico, el mundo se ve maravilloso, y enacaramos muchas tentaciones frecuentemente.
La gente de este mundo prefiere las piernas largas a las piernas cortas, y consideran los cuerpos esbeltos y delgados, con tonalidad y formas curvas como hermosos. Están tan atraídos por tales características que esto es todo lo que ocupa su mente, a pesar del hecho de que cuando realmente pensamos en ello, tales atributos superficiales equivalen a nada. Al igual que Cleopatra esto finalmente la llevo a su muerte y por consiguiente a nada, al igual que las flores hermosas se secan y se marchitan con el tiempo, no importa si alguien pueda ser la mujer más hermosa de todo este planeta, cuando ella, también, envejece y muere, todo termina en vanidad. Ya que aún la gente más atractiva de este mundo, la alabanza por su belleza es solamente pasajera, y solo dura unos cuantos años.
En el Antiguo Testamento, los hijos de Dios vieron cuan hermosas eran las hijas de los hombres, y estando embriagados por esta belleza, tomaron a estas hijas como esposas y vivieron con ellas. En otras palabras, los hijos de Dios se volvieron locos por las hijas de los hombres, y llegaron a ser un solo cuerpo con ellas. ¿Que pecado tan grande es que cayeran por la belleza que está destinada a marchitarse al final y ellos mismos se cansen, y como resultado abandonen la eterna Palabra de Dios?
Aquellos que no han nacido de nuevo aún son pecadores en potencia. Y no importa cuan hermosas puedan ser, la diferencia solamente es de la piel. No podemos siquiera compararlos con las nacidos de nuevo. Cuando vemos espiritualmente, son los nacidos de nuevo los que son más hermosos. El permanecer aún cautivados por las hijas de los hombres, cuyas almas aún no han nacido de nuevo es entonces un gran error. La carne puede mover nuestras mentes carnales, pero el gran error aquí es que aún sus mentes espirituales sé deterioraron por los deseos carnales.
Cuando observo la era actual, siento que es exactamente igual a la era de Noé poco antes de la gran inudación, cuando estos hijos de Dios fueron cautivados por las hijas de los hombres y las tomaron como esposas. Yo me pregunto si tal era, en que los hijos de Dios fueron destruidos por sucumbir ante la belleza de las hijas de los hombres, es esta misma era en la que estamos viviendo.
En tiempos como estos, en que la gente de Dios se hizo uno con tanta gente que aún no nace de nuevo, Dios será provocado con Su ira. Tales tiempos, en que los hijos de Dios son atraídos por las mujeres que aún no han nacido de nuevo (las hijas de Dios con los hombres impios), sé intercasaron y sé intermezclaron, ciertamente sucedera en esta última era. Como dijo Jesús, “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” (Lucas 18:8), me pregunto si es así como todos van a morir.
¿Y tú? De casualidad, ¿no estás atraído ante tal belleza del mundo? Si realmente ven en su corazón y confiesan honestamente, seguramente tendras que admitir esto: Ya que solo somos humanos, es muy posible para nosotros que tengamos tales pensamientos, pero debemos considerarnos afortunados que por lo menos sabemos que tenemos tales deseos. Lo que es más temible es el prospecto de no darse cuenta que tenemos tales deseos y amor por el mundo aún cuando los tenemos, ya que en nuestra ignorancia caemos ante la belleza de las hijas de los hombres, y puede ser posible que nunca escapemos de ello. Si sabemos que tenemos tales deseos, entonces también seremos más cuidadosos. Lo que digo, en otras palabras, es que debemos darnos cuenta que tenemos esta tendencia, y que por lo tanto debemos tener cuidado con tales aspectos carnales.
También, no debemos ser de doble animo. Como está escrito en Santiago 4:8, “y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones,” no podemos guardar dos corazones. No podemos servir a ambos, a Dios y al mundo. Debemos amarnos y honrarnos los unos a los otros dentro de los limites que son permitidos por Él, y no ser cautivados y caer ante la belleza de aquellos que aún no han nacido de nuevo. Si esto ocurre, entonces será el fin del mundo.
¿Cuantos concursos de belleza tenemos en estos días? Curiosamente todos ven solamente la apariencia externa, coronando como reinas de belleza a mujeres de piernas largas, buena figura, altas y con rostros bonitos.
Génesis nos dice que los hijos de Dios tomarón las hijas de los hombres y tuvieron hijos, que estos descendientes fueron gigantes, y que había muchos de ellos en el mundo. También nos dice que fueron poderosos hombres de renombre. Ellos eran, en otras palabras, altos, fuertes y guapos.
¿Que hay con la corriente de esta era? Ya que nosotros, también, somos solamente humanos, también nos agradan los hombres altos y de buen fisico, y las mujeres hermosas y delgadas, pero esta era pone demasiado énfasis en los aspectos superficiales que señala a la era en que estos gigantes rondaban la tierra. Nosotros, también, tenemos ojos, así que vemos todo lo que hay que ver; ya que tenemos oidos, oimos todo lo que hay que oir; ya que tenemos cabezas, pensamos todo lo hay que pensar; ya que tenemos mentes propias, sentimos todo lo hay que sentir; Y ya que es el ambiente de este mundo en que vivimos, sentimos todo lo que hay que sentir, independientemente de sí creemos en el evangelio del agua y el Espíritu.
Por lo tanto, si perdemos nuestro corazón ante tal belleza de las hijas de los hombres, entonces no hay forma de que podamos vivir apropiadamente nuestras vidas de fe. Especialmente para ti y para mí que vivimos en esta era, tales tentaciones del mundo son aún más seductoras, y requiere de mucho esfuerzo rechazarlas.
Para aquellos de nosotros que estamos haciendo la obra de Dios, el mayor enemigo es la belleza de las hijas de los hombres –esto es, la belleza de este mundo. Aún más temible que cualquier ataque con pistolas y espadas es esta belleza de las hijas de los hombres que vemos con nuestros ojos, la belleza de este mundo. Es por ello que nuestro Señor nos está diciendo aquí que si caemos ante tal belleza, nuestra fe terminara ahí y encaramos una destrucción inevitablemente.
Por lo tanto, debemos asegurarnos que nuestros corazones esten santificados, si por accidente, llegamos a tener tales corazones llenos de deseo, debemos santificar nuestro corazón y corregirlo nuevamente creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos compañeros creyentes, ¿cuanta belleza del mundo hay a nuestro alrededor que está confundiéndonos? Existen muchas tentaciones del mundo que buscan deslizarse por la más pequeña ranurita de nuestros ojos, corazones, pensamientos y mentes. Estas no están muy lejos de nosotros, sino que están en todo nuestro derredor. Tenemos que grabar en nuestro corazón una vez más que si las seguimos al mundo, terminaremos rindiéndonos nosotros mismos a los deseos de la carne, y así fallaremos en cumplir la preciosa obra que sirve al evangelio del agua y el Espíritu. No debemos seguir al mundo, no debemos mezclarnos con el.
Debido a que estamos viviendo en una era tan rápida, virtualmente todo es accesible para nosotros con facilidad. En los días de antaño, tomaba mucho tiempo el que un rumor se esparciera, pero en la actualidad, solo toma unas cuantas horas para que todos se enteren de los que pasó ayer. Hace solamente una generación, solía pasar un año para que la moda se esparciera y cambiara, pero ahora, la moda entra y sale en minutos. De la TV, los periódicos y la Internet, podemos fácilmente acceder información detallada virtualmente en todo, desde preguntas mundanas tales como que cantante pop uso que ropa, zapatos y accesorios y que canciones cantó, hasta lo que está a la última moda, y de lo que se está desarrollando en la política, la sociedad y la economía, ambas, domestica e internacional. Es precisamente que los individuos poseen tanta información por lo que esta era es llamada la era de la inundación de la información. Es en tal era, un tiempo de tanta confusión, transición y desarrollo rápido, en la que ahora estamos viviendo.
Toda la civilización de todo el mundo sobreabunda con la belleza de las hijas de los hombres. Debido a esto, existen áreas en las cuales los nacidos de nuevo ya han caído ante la belleza de las hijas de los hombres en una extensión considerable, sin siquiera darse cuenta. Ya que estamos siguiendo los deseos de la carne y cayendo profundamente en ello, hasta un punto que hubiese sido inimaginable anteriormente, no nos damos cuenta de nuestras propias condiciones, y todos nosotros nos encontramos a nosotros mismos, sin excepción, firmemente atados a esta cultura –lo que es aún peor, además, es que incapaces de reconocer esto, estamos cayendo aún más profundamente ante la belleza de las hijas de los hombres.
Si aquellos que han nacido de nuevo a través del evangelio del agua y el Espíritu se desvían hacia la carne y son cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, de aquellos que no han nacido de nuevo, finalmente serán destruidos, ya que Dios no estará más con ellos. Por lo tanto, la Biblia nos advierte, “Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6). La Escritura continua diciendo que tal gente ciertamente será consumida.
El pasaje de la Escritura de hoy, por lo tanto, nos dice que no debemos permitir que el deseo de la carne nos derrote tan fácilmente, ni seamos cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, y señala que debemos ser cuidadosos mientras continuamos con nuestra vida de fe.
Entonces, ¿de qué debemos ser muy cautelosos y que debemos evitar principalmente? Debemos evitar el ser cautivados por la belleza de las hijas de los hombres, hacernos uno con ellas, evitar caer en el deseo de la carne, y por consiguiente terminar haciendo a un lado la obra de Dios. Esto es de lo que debemos tener mayor cuidado en nuestro corazón.
¿Sabes como era el tiempo de Noé justo antes de la inundación? Esa era, al igual que esta era actual, era un tiempo de mucha prosperidad. Algunos países ahora son muy prósperos, y junto con esta prosperidad llegó la obsesión de la mente individual con la belleza superficial, expresamente el pecado que prevalece, el endurecimiento de los corazones de la gente y la inmoralidad sexual. Pero al igual que la era de Noé también fue muy prospera hasta el mismo momento de su destrucción, existe una gran probabilidad que esto es lo que ocurrirá a esta era.
Por todo el mundo, esta cultura de hedonismo desvergonzado se ha desarrollado y esparcido increíblemente, a través de todo medio imaginable desde películas hasta videos, canciones, juegos y la Internet. Aún en países menos prósperos, esta industria que aboga por el placer de la belleza de la carne está muy avanzada y en crecimiento, mientras que mucha gente continua sufriendo por el hambre. Solo da una mirada al retrato de esta era que le recuerda a todo el mundo de la era de la inundación de Noé. La Biblia nos está diciendo ten la fe de Noé, quién, conociendo su era y creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, salvó su vida así como las vidas de sus familiares.
El mundo de la actualidad está reservado para el fuego hasta el Día del Juicio y de la perdición de los hombres impíos (2 Pedro 3:7). En otras palabras, Dios destruirá este mundo con fuego. Entonces, ¿cómo es esta era? Más allá de cualquier duda esta era se está aproximando a su propia destrucción. Es una era que en su totalidad está expresa y totalmente llena de la belleza de las hijas de los hombres. Y es una era en que los hijos de Dios están posiblemente cautivados por su belleza.
La triste realidad es que aún aquellos que afirman ostensiblemente que creen en Dios y que le siguen a Él están, lejos de dar testimonio a los incrédulos, ciertamente están fascinados y atraídos por ellos. Aquí debemos recordar lo que el Señor nos dijo, que Él vendría cuando los tiempos fueran tales que los hijos de Dios, lejos de predicarles el evangelio a los incrédulos, en vez de ello estos sean atraídos por ellos, y, saturados por la carne, están siguiendo al mundo. Cuando esto ocurra, el fin del mundo vendrá.
Nosotros, también, debemos reconocer que posiblemente estemos cayendo ante tal corrupción, y que si esto ocurre, entonces seremos destruidos. Debemos ser cuidadosos de esta clase de tentación; y hasta el día en que regrese nuestro Señor, debemos mantenernos en guardia, permanecer despiertos, orar y guardar nuestro corazón. No debemos seguir la belleza de aquellos que están por nacer de nuevo, y ser tentados por el mundo para abandonar la obra de Dios. Debemos darnos cuenta de que tenemos que guardar nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu hasta los últimos días, no ser capturados por el mundo y seguir el deseo de la carne. Debemos santificar nuestro corazón creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu, y diligentemente guardar nuestros corazones siempre limpios.
Nosotros somos los hijos de Dios. No debemos ser cautivados por la belleza de las hijas de los hombres. No debemos seguirla. Todos nosotros, nuestros hermanos, hermanas, y los siervos de Dios por igual, no debemos seguirla. Si la seguimos, esto solo significara nuestra destrucción. Si nosotros los nacidos de nuevo seguimos la belleza del mundo, no solamente encararemos nuestra propia destrucción, pero entre más gente haya así, más pronto vendrá el juicio a éste mundo. Habrá, en otras palabras, no más esperanza en este mundo.
Debemos estar atentos con tales debilidades en nosotros y ser cuidadosos, dándonos cuenta que es muy posible que nosotros caigamos en el mundo pecador. Y teniendo fe, no debemos, en esta era y tiempo en que el regreso del Señor es inminente, ser engañados por las tentaciones y los engaños del mundo, ni debemos seguir los deseos de la carne y dejarlo todo. Teniendo fe en el hecho de que hemos nacido de nuevo por el agua y el Espíritu en Jesucristo, debemos vivir en pureza. Y debemos fortalecer nuestra fe para que no caigamos ante la belleza de este mundo; en vez de eso debemos luchar en su contra para que finalmente no terminemos traicionando a nuestro Señor.
Es mi esperanza muy sincera y mi oración que en estos tiempos, en que el fin está tan cerca, nadie termine abandonando su fe. Una vez que hemos nacido de nuevo, no debemos traicionar al Señor, tú Salvador, ni seguir la belleza de las hijas de los hombres.
Seguir a las hijas de los hombres no solamente significa hombres siguiendo mujeres ni mujeres siguiendo hombres. Más bien, seguir la fama, el poder, la riqueza o la belleza de este mundo, eso es seguir la belleza de los hijos de los hombres.
Por lo tanto, en vez de solo seguir la riqueza de este mundo, su fama, la belleza física o todo lo que es hermoso en este mundo, debemos recordar que el Señor nos ha dado la gran fe en el evangelio del agua y el Espíritu, gurda esta fe, da gracias a Dios y santifica y guarda siempre tú corazón.
¿Fe religiosa o fe en el poder del Evangelio del agua y el Espíritu?

< Mateo 9, 1-17 >
«Subió luego a una barca, y haciendo la travesía, llegó a su ciudad. Le presentaron un paralítico acostado en su lecho, y viendo Jesús la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: Confía hijo; tus pecados te son perdonados. Algunos escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema. Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: ¿por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir «Tus pecados te son perdonados» o decir «Levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra poder de perdonar los pecados, dijo al paralítico: Levántate, toma tu lecho y vete a casa. Él, levantándose, fuese a su casa. Viendo eso, las muchedumbres quedaron sobrecogidas de temor y glorificaban a Dios de haber dado tal poder a los hombres.
Pasando Jesús de allí, vio a un hombre sentado al telonio, de nombre Mateo, y le dijo: Sígueme. Y él, levantándose, le siguió. Y sucedió que, estando Jesús sentado a la mesa en casa de aquél, vinieron muchos publicanos y pecadores a sentarse con Jesús. Viendo esto, los fariseos decían a los discípulos: «Por qué vuestro maestro come con publicanos y pecadores?». Él, que los oyó, dijo: No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significa «Misericordia quiero y no sacrificio». Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores.
Entonces se llegaron a él los discípulos de Juan, diciendo: ¿Cómo es que, ayunando nosotros y los fariseos, tus discípulos no ayunan? Y Jesús les contestó: «¿Por ventura pueden los compañeros del novio llorar mientras está el novio con ellos? Pero vendrán días en que les será arrebatado el esposo, y entonces ayunarán». Nadie echa una pieza de paño no abatanado a un vestido viejo, porque el remiendo se llevará algo del vestido y el roto se hará mayor. Ni nadie echa el vino nuevo en cueros viejos; de otro modo se romperían los cueros, el vino se derramaría y los cueros se perderían; sino que se echa el vino nuevo en cueros nuevos, y así el uno y los otros se preservan».



¿Cómo deberíamos vivir nuestra fe?

¿Cómo deberíamos vivir nuestras vidas de fe? ¿Deberíamos poner nuestra fe en nuestro propio conocimiento? ¿O deberíamos poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? Estas son las cuestiones que me gustaría tratar en la lección de hoy.
Debemos darnos cuenta de que aquellos que sólo son fieles a sus propias ideas no son más que practicantes de la religión. Así que cuando Jesús estuvo en la Tierra, los fariseos, que eran practicantes de la religión, le atacaron a Él y a sus discípulos debido a algunos asuntos sobre rituales. Los discípulos de Juan el Bautista también cuestionaron a Jesús: «¿Por qué nosotros ayunamos a menudo pero Tus discípulos no ayunan?».
Desafortunadamente, la mayoría de los cristianos siguen siendo practicantes de la religión. Pero lo que Jesús quiere que busquemos es completamente diferente. Como se manifiesta en la primera parte del pasaje de las Escrituras de hoy, Jesús es el verdadero Dios que nos puede dar la remisión de los pecados. Por eso puedo decir al paralítico: «Confía hijo; tus pecados te son perdonados».
¿Que es más fácil decir: «Tus pecados te son perdonados» o «Levántate y anda»? Las dos cosas hubieran sido fáciles para nuestro Señor, pero son igualmente difíciles para nosotros. Todo el mundo puede decirlo, pero nadie tiene tal poder. Todas estas cosas eran imposibles para el hombre, sólo nuestro Señor podía hacerlas.
¿Qué puede hacer alguien que aparenta ser piadoso para borrar sus pecados? Todo lo que puede hacer es rezar oraciones de penitencia y decidir no volver a pecar; a parte de esto no hay nada que pueda hacer. Pero Jesús nos quiere dar la remisión de los pecados que se encuentra e el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que quiere de nosotros es que tengamos fe en Él y en el Evangelio del agua y el Espíritu.
En el pasaje de hoy, nuestro Señor nos enseña la diferencia entre nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y las meras religiones. Cuando creemos en el Señor como nuestro Salvador, ¿debemos estar llenos de nuestra fe en la Palabra de Dios o debemos estar llenos de doctrinas religiosas? El Señor nuestro Dios nos dice que escojamos una.


Los cristianos religiosos deben negar sus propias ideas y creer en el poder de la Palabra de Dios

Nuestra fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu es fundamentalmente diferente de la fe doctrinal, ritualista inventada por el hombre. Nuestra verdadera fe en la Justicia de Dios y la fe de las religiones del mundo son diferentes. Tener fe en la Palabra de Dios es apreciar lo que Dios ha hecho por nosotros, seguirla y creer en Ella de todo corazón. Por el contrario, tener fe en las doctrinas religiosas del mundo es hacer de nuestra devoción algo material y creen en ella según nuestras propias ideas. Pero esta fe no es la fe que cree según la Palabra de Dios.
Ser fiel a las religiones del mundo es ser fiel a las ideas de uno mismo. Por tanto, si alguien que ha sido fiel a las religiones del mundo quiere creer con todo su corazón en el Evangelio del agua y el Espíritu, a través del que Jesús nos ha salvado, entonces debe negar sus propias ideas. Esto se debe a que el Evangelio del agua y el Espíritu es diferente a las doctrinas hechas por el hombre. Por culpa de esta gente que cree y sigue a Jesús basándose en falsas doctrinas inventadas, mucha gente está muriendo espiritualmente.
Dios nos está enseñando que cuando creemos en el Señor como nuestro Salvador, debemos hacerlo poniendo nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, porque esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la verdadera Palabra de Dios. Aquí debemos tomar una decisión: creer en Jesús como nuestro Salvador basándonos en nuestras propias ideas, o basándonos en el Evangelio del agua y el Espíritu que es la Palabra de Dios. Él nos está diciendo claramente que debemos creer en Jesús basándonos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, la fe de los devotos de la religión es completamente diferente de la fe de aquellos cuya devoción se basa en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando leemos la misma referencia al paralítico en el Evangelio según Marcos (Marcos 2, 1-12), leemos que Jesús estaba predicando la Palabra en una casa donde se había reunido tanta gente a Su alrededor que ya no había sitio para más gente, ni siquiera en la puerta. En está casa llena de gente, cuatro hombres trajeron a un paralítico en una cama, pero no se pudieron acercar a Él. Pero en vez de desistir en su empeño, descubrieron el tejado de la casa y bajaron la cama en la que estaba el paralítico hasta Jesús. En otras palabras, como había tanta gente en la casa y el paralítico y sus amigos no podían ni entrar, tuvieron que tomar medidas especiales para acercarse a Jesús, porque de lo contrario no hubieran podido llevar al paralítico a Jesús.
Así, cuando nos acercamos a Dios, sólo podemos encontrarle si tomamos medidas especiales; es decir, si ponemos nuestra fe en la Palabra de Dios. Debemos creer en la Palabra de Dios, que Jesús vino a esta tierra y que ha borrado todos los pecados de la humanidad mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Si realmente tenemos esta fe en la salvación de Dios, en que Él nos ha salvado de nuestros pecados de una vez por todas con el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces podemos quedar libres de todo pecado. Todo aquel que cree en este verdadero Evangelio puede convertirse en parte del pueblo de Dios. Sólo cuando estamos llenos de fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos presentarnos ante la majestuosa presencia de nuestro Señor. Sólo entonces podemos acercarnos al Señor y alabarle, y sólo entonces pueden nuestros corazones estar llenos de gratitud.
Mis queridos hermanos, cuando se acercan a Dios, pueden pensar que es mejor presentarse ante Él con alguna clase de méritos o con la mayor sinceridad. Pero este no es el caso. Es sólo su opinión. Por el contrario, debemos dejar de lado nuestras propias creencias e ideas, y debemos creer según la Verdad escrita en la Palabra de Dios.
Imaginemos por un momento que los cristianos están separados en dos filas; en una fila están los que creen en Jesús según sus propias ideas, y en la otra fila están los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, que es nuestra salvación. ¿En cuál de estas dos filas deberían estar? Si están en la fila de los practicantes de la religión, regirán sus vidas siguiendo sus propias ideas. Entonces les será imposible encontrar a Jesucristo, que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Por qué? Porque esta gente e fiel a sus propias ideas y son devotos de sus propias emociones. Como los Apóstoles avisaron, todavía hay muchos cristianos que desean gloriarse en la carne (Gálatas 6, 12). Esto es debido a que no tienen ningún interés en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, ni en cómo Dios ha borrado sus pecados, sino que son sólo fieles a su vana devoción. Pero por mucho que esta gente se dedique a sus propias ideas, todavía son demasiado insuficientes para presentarse ante Dios. Por eso los cristianos religiosos no pueden conocer a Jesús, nuestro Salvador, como es debido. Cuando uno pone toda su devoción en su propia piedad religiosa, no presta atención a la Verdad de la salvación, la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, y acaba dedicándose enteramente a sus ideas, emociones y devoción.
Pero los que están al corriente de sus insuficiencias buscan primero la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y se aferran a Ella con toda su fe. Esta gente puede ser salvada de sus pecados si ponen su fe en esta Verdad y dan gracias a Dios por la Verdad de la salvación que nos prometió.
La remisión de nuestros pecados no depende de cómo nos comportemos según la carne. Al contrario, depende de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, nosotros, los que hemos sido salvados, prestamos mucha más atención al hecho de que Jesús nos ha salvado de nuestros pecados de una vez por todas con el Evangelio del agua y el Espíritu, y tenemos fe. Los que confían en la Palabra de Dios pueden alcanzar un conocimiento más extenso de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu mediante la fe. Sólo a través de la fe en Jesucristo, que nos ha salvado mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos recibir la remisión de los pecados y presentarnos ante Dios. Entonces podemos nadar en el océano de la gracia de Dios y vivir vidas llenas de bendiciones.


Sólo los pecadores que estaban en el camino hacia la destrucción necesitaban al Señor

Mis queridos hermanos, nuestro Señor no vino a salvar del pecado a los que creen en sus propias ideas. Él dijo: «No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. Id y aprended qué significa “Misericordia quiero y no sacrificio”. Porque no he venido yo a llamar a los justos, sino a los pecadores».
¿A quién dijo nuestro Señor que había venido llamar? Dijo que no había venido a llamar a los santurrones, sino a los pecadores. ¿Quiénes son, entonces, los pecadores a los ojos de Dios? Son los descendientes de Adán, que habían dejado a Dios y vivían en pecado. Nuestro Señor no vino a llamar a los justos. Esto se debe a que no hay nadie que sea justo por sí mismo (Romanos 3, 10). Y es justo que nuestro Señor viniera a este mundo a salvar a los pecadores, a hacerles libres de pecado, y a convertirlos en hijos de Dios.
Lo que Jesús está diciendo a los fariseos en el pasaje de las Escrituras es que dejen de lado sus propias ideas, se presenten ante Él, y crean en Su Palabra. Pero como estos fariseos llegaron ante Jesús con sus propias ideas y sus propias emociones, Jesús dijo que no había venido para llamar a esta gente. Nuestro Señor no vino a salvar del pecado a los hipócritas y superficialmente honrados, sino que vino a salvar a los pobres de espíritu, que son sinceros y honestos para confesar ser pecadores, y que están entristecidos y lamentan sus pecados, y que escuchan y creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Nuestro Señor vino a este mundo a salvar a los pecadores de todos sus pecados e iniquidades. Todas nuestras insuficiencias se revelan al final, porque cometemos transgresiones todos los días al vivir en este mundo. Nuestro Señor vino para llamarnos y librarnos de nuestros pecados. En otras palabras, nuestro Señor vino para salvar a los pecadores de sus pecados e iniquidades a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos darnos cuenta de que nuestro Señor no está interesado en los fariseos y escribas que se tenían devoción por su propia fe hecha a partir de sus propias ideas.
Por tanto, cuando nos presentamos ante Dios, debemos poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Evangelio del agua y el Espíritu nos dice que el Señor nos ha librado de todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan y crucificado, y al derramar Su sangre en la Cruz. Y nos dice que el Señor vendrá a llevarse a todos los que creen este Evangelio, y que ha preparado el Reino de los Cielos para nosotros. Porque nuestro Señor dijo que había borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu y ha preparado la ley de la salvación para que toda la humanidad se salve, y para que nadie se presente ante Dios sin fe en este Evangelio. Primero debemos saber qué Evangelio nos ha dado Dios, qué fe quiere que tengamos, y cuántos pecados ha borrado.


Debemos abandonar nuestra propia voluntad y creer en la verdad del poder de Dios

Al reuiniros para adorar a Dios y escuchar Su Palabra, no se equivoquen al pensar que complacen a Dios al comprometerse por su propia voluntad a servir a Jesús y a no pecar más. Porque intentar complacer a Jesús por su propia cuenta es ser ignorantes y alardear de su propia determinación. Si es así como han vivido su fe hasta ahora, entonces no han conocido todavía la fe que Jesús quiere de todos ustedes.
Nuestro Señor dijo: «Misericordia quiero y no sacrificio». Gracias a Su compasión por nosotros, Él fue bautizado por Juan el Bautista para cargar con todos los pecados que cometemos a lo largo de toda nuestra vida, y pagar por ellos. Del mismo modo en que el Señor curó al paralítico de su aflicción mediante Su Palabra de poder, Jesús ha curado todos nuestros pecados de una vez por todas mediante el Evangelio del agua y el Espíritu.
Dado que Dios quiere que creamos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y que seamos salvados de nuestros pecados, no encaja con la voluntad de Dios el que la gente adore a Jesús con la devoción de su propia voluntad. ¿Puede un paralítico caminar porque quiera con toda su alma? Mis queridos hermanos, aunque tal determinación y voluntad sean recomendables, lo que de verdad debemos hacer es conocernos, presentarnos humildemente ante la presencia de Dios, creer en Su Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y así atraer Su compasión. Debemos creer que Dios ha borrado todos nuestros pecados mediante la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y que debemos convertirnos en Sus hijos por la fe. Si no creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de Dios, y nos acercamos a Él con la fe en nuestra propia voluntad, diciendo: «Señor, esto es lo que haré por Ti», acabaremos confundiéndonos y creyendo en nuestras propias ideas, y siendo irrelevantes para Dios.
Pero si ponemos nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, debemos confiar plenamente en nuestra salvación. Debemos estar llenos de esta fe que cree en la Palabra del Evangelio que nos dice que Dios ha borrado nuestros pecados. Para que esto ocurra, no debemos inventar doctrinas para Dios basándonos en nuestras propias ideas, ni debemos presentarnos ante Jesús con nuestra fe en estas doctrinas inventadas por el hombre. Si somos fieles sólo a nuestras ideas, nuestra devoción se marchitará con el tiempo, y al final, moriremos sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, sólo si tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu podremos tener una relación con Él. El pasaje de las escrituras de hoy nos dice que creamos en el poder de la Palabra del Señor que curó al paralítico. ¿No es eso lo que nos está diciendo Dios? Si su fe no se basa completamente en el Evangelio del agua y el Espíritu, acabarán muriendo en pecado.
Mucha gente tiende a creer en la Palabra de Dios mediante su propia perspectiva, y este ha sido el origen de las doctrinas y enseñanzas cristianas predominantes. Así, cuando leen la Palabra de Dios, sólo enseñan lecciones morales, diciendo: «Así que esto es lo que debería imitar». Incluso están convencidos de que se salvarán gracias a estas doctrinas y enseñanzas inventadas por el hombre. Pero en realidad están enterrando la Verdad de la Biblia bajo la confusión de sus propios pensamientos carnales. Esta fe es una falacia basada en sus propios pensamientos.
Por el contrario, la Biblia nunca dice que estas doctrinas humanas sean la verdadera salvación. Debemos darnos cuenta de que Jesús ha borrado todos nuestros pecados y debemos reconocer Su poder. ¿Acaso no somos nosotros los que cometen pecados personales hasta el día en que morimos? Sí, somos nosotros. Sin embargo, nuestro Señor nos habla de la salvación que ha limpiado, mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, todos los pecados que cometemos hasta morir. Esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Palabra de Dios que nos trae la completa remisión de los pecados.
Por eso, mis queridos hermanos, debemos poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu cuando nos presentemos ante el Señor. No debemos presentarnos en Su presencia con una fe religiosa, ni creer en estas enseñanzas religiosas, sino que, como la Biblia nos dice, debemos estar llenos del Espíritu, debemos saturarnos de la Palabra del Espíritu Santo.
Mis queridos hermanos, ¿qué debe cautivar sus mentes? ¿Debemos dejarnos embelesar por nuestra propia devoción religiosa? ¿O debemos ser cautivados por el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio con el que Dios nos ha salvado? ¿No deberíamos estar hipnotizados por esta Palabra de Salvación? Dios nos está diciendo que ha borrado todos sus pecados. Debemos dedicarnos enteramente a la buena obra de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, y debemos esforzarnos por ella. ¿Qué fe debe cautivarnos? A dónde pertenezca nuestro pensamiento es de suma importancia.
¿Cometen o no pecados hasta el día en que mueren? Por supuesto que sí. ¿No se dan cuenta de esto, sin duda alguna? Si saben que no son más que pilas de pecados, reciban por fe la salvación mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Y si saben que Jesús les ha salvado de todos sus pecados con el agua y el Espíritu, entonces han alcanzado el camino de la perfecta salvación y por tanto entrarán en el Reino de los Cielos.
Mucha gente no sabe que están sujetos al pecado hasta el día en que mueran. De hecho, debido a que demasiada gente desconoce esta realidad, muy pocos buscan la Verdad, o de lo contrario todos ellos hubieran buscado el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que dicho de otra manera, esto significa que los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu son los que no se dan cuenta, hasta el día en que mueren, de que son pecadores que cometen todo tipo de iniquidades.
Algunos escalan una montaña para rezar y en sus oraciones prometen: «Dios, no volveré a pecar nunca más». Hay muchos que rezan cada noche, haciendo un nuevo propósito de no pecar más. Fíjense en todas las religiones de este mundo. Los fundadores y líderes de estas religiones sólo enseñan a sus seguidores a vivir virtuosamente. ¿Pero como puede este montón de pecadores vivir virtuosamente? Esto se debe a que no se dan cuenta de que son simplemente incapaces de vivir de ese modo, y de que están viviendo mentiras e hipocresía. No saben que todos somos más que seres humanos insuficientes que pecan siempre. Y como desconocen esta verdad, intentan vivir virtuosamente aunque en realidad sólo viven como hipócritas, defraudando a sus seguidores.
Pero todo el mundo, mis queridos hermanos, peca hasta el día en que se muere. La fragilidad del ser humano se puede comparar a subir una colina en bicicleta. Cuando pones los pies en los pedales, empiezas a subir la colina, pero en el momento en que te encuentras cansado y dejas de pedalear, acabas cayendo hacia abajo. Así es la voluntad del hombre. Por mucho que uno intente dejar de pecar, por mucho que lo jure, se convenza a sí mismo, rece en penitencia, confíe en Jesús y le jure lealtad, todo es en vano al final, porque está sujeto al pecado.
Acaso no prometieron Pedro y los otros discípulos no dormirse, cuando el Señor les dijo: «Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos y velad conmigo» (Mateo 26, 38). Pero, ¿qué pasó? Se quedaron dormidos. Uno se puede prometer que no se dormirá más, y se puede poner cerillas en sus párpados para mantener los ojos abiertos, pero aún así se quedará dormido con los ojos abiertos. Así, el Señor, que conocía bien la debilidad de la carne, dijo a Sus discípulos: «El espíritu está pronto, pero la carne es flaca» (Mateo 26, 41).
Uno se puede prometer a sí mismo que no pecará más con su lengua, e incluso puede atarse la lengua con una goma, pero aún así está destinado a pecar, tanto con su lengua como con su corazón. Nosotros, los humanos, estamos destinados a seguir pecando hasta el último de nuestros días, hasta el día en que dejemos este mundo. Esta es la naturaleza humana. Ustedes deberían saberlo.
Entonces podrían preguntarse: «¿Qué puede hacer?». La solución es fácil: Busquen la misericordia de Dios y crean en el poder del Evangelio del agua y el Espíritu. Dicho de otra manera, confiésense a Dios de este modo: «Dios, soy un hombre destinado a pecar hasta el día en que muera. Enséñame cómo puede ser salvado de mis pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Ayúdame a tener fe en esta Verdad y a nacer de nuevo». Así deben pedir ayuda a Dios. Esto es lo que debemos hacer todos.
Hay un dicho: Si admiten que ustedes mismos están desesperados, entonces deberían aferrarse al Evangelio del agua y el Espíritu con todo su corazón. Deben admitir primero su naturaleza pecadora y después escuchar atentamente lo que Dios dijo sobre la remisión de los pecados. Entonces, se les dirá: «Confía hijo, tus pecados te son perdonados», mientras escuchen el significado oculto del pasaje de las Escrituras de hoy, porque la manera en la que Dios curó al paralítico nos habla de la remisión de nuestros pecados. Al creer, deben estar llenos de la alegría de la salvación. Deben estar llenos de la alegría de la fe.


Debemos llenarnos del poder del Evangelio, conocerlo y creer en Él

Mis queridos hermanos, los paralíticos están sanos mentalmente, pero no pueden moverse como ellos desearían. Así, aquellos de nosotros que tienen pecado en sus corazones no pueden superar el poder del pecado, y por eso son incapaces de dejar de pecar. Los humanos somos pecadores imperfectos que no pueden hacer lo que sus corazones desean. El deseo de pecar está fuera de nuestro control. Cualquiera que tenga pecado no puede vivir virtuosamente por mucho que quiera, y cuando alguien o algo le provoca, no puede evitar pecar. Por eso la Biblia nos dice que todos somos como el paralítico de la lectura de hoy.
Por tanto, debemos creer que Dios mismo tomó todos los pecados del mundo de una sola vez al ser bautizado por Juan, y que los limpió. Debemos librarnos de nuestros pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. Nuestro Señor cargó con todos los pecados del mundo al ser bautizado, los llevó a la Cruz y pago el precio por ellos.
Debemos estar llenos de esta fe. Debemos estar llenos de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos creer en lo que Dios ha hecho por nosotros, en la Palabra de Dios que nos dice que Dios mismo fue bautizado y derramó Su sangre por nosotros, borrando así todos nuestros pecados. Sólo así podrán nuestros corazones tener vida eterna por la fe, y sólo así podrán nuestras almas volver a la vida. No debemos estar llenos de doctrinas religiosas o de nuestras propias emociones.
Lo que Dios requiere de nosotros es estar llenos de fe en Evangelio del agua y el Espíritu. Quiere que nuestros corazones sigan el Evangelio del agua y el Espíritu fielmente y de todo corazón. Aunque sean insuficientes y débiles en sus acciones, e incluso si no tienen nada de lo que presumir, cuando están llenos de fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, pueden complacer a Dios y ayudar a salvar a otros.
¿Saben lo que los que están llenos de sus propias emociones religiosas dicen a los nacidos de nuevo? Ellos nos dice: «¡Soy unos blasfemos! ¿Quién os creéis que sois, blasfemos arrogantes? ¿No tenéis pecados? ¿Quiénes sois para decir eso? ¿Sois Dios para decir que no tenéis pecados?».
Cuando esta gente mira a los que han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, creen algo falla en los nacidos de nuevo, aunque no haya nada que contradiga a la Biblia en la fe de los nacidos de nuevo. Su evaluación no podría estar más lejos de la realidad. En realidad esta gente, que juzga sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, está equivocada.
Esta gente dice a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu: «¿Quiénes sois vosotros para hablar de la remisión de los pecados?». Jesús dijo a un paralítico que le habían traído: «Hijo, tus pecados te son perdonados», algo que parecía escandaloso. Puede que no tengan ni idea de cuántas veces Jesús dijo cosas que irritaron a los que estaban llenos de su religión. Para los que creen en la religión, lo que Jesús dijo fue radical. Así que pensaron: «¡Guau! ¡Estás loco! ¿Eres Dios? Sólo Dios puede perdonar los pecados, ¿quién eres tú para perdonar los pecados?».
Por el contrario, mis queridos hermanos, los que están llenos del Evangelio del agua y el Espíritu le dicen a Jesús: «Señor, eres mi Salvador, el Cristo, el Hijo del Dios vivo. Tú eres el Creador que hizo el universo entero. Tú eres Dios. Y Tú eres el Salvador de la humanidad que vino a salvarme de mis pecados. Viniste a este mundo encarnado en un hombre, aceptaste todos los pecados de la humanidad al ser bautizado, fuiste crucificado y derramaste Tu sangre, resucitaste de entre los muertos a los tres días, y así me salvaste de todos mis pecados. Tú eres el que vino a este mundo, vivió 33 años, y me salvó de los pecados del mundo. Tú eres Dios mismo».
Cuando ellos están llenos del Evangelio del agua y el Espíritu ven a este Jesús, no ven ningún error, y aceptan Su amor y salvación en sus corazones. Pero cuando los que creen en las doctrinas religiosas ven a Jesús, les parece el líder de todos los herejes.
¿Pero cómo eran el paralítico y sus cuatro amigos? ¿No vinieron ante el Señor poniendo su fe en Jesús como el Hijo de Dios y como el Salvador? Sí, así lo hicieron
Creyeron firmemente en Jesús como Dios mismo. Así que cuando Jesús dijo: «Tus pecados te son perdonados; levántate y anda», el paralítico se levantó y anduvo. Cuando cientos de personas rodeaban a Jesús, sólo el paralítico y sus cuatro amigos expusieron el verdadero problema del pecado ante Él y éste fue resuelto cuando creyeron en Él de todo corazón.
Mis queridos hermanos, los que creen en Jesús según sus propias creencias religiosas e intentan vivir según su moral y su ética, pero creen que Su esencia es simplemente humana. A esta gente, Jesús es meramente uno de los grandes sabios de la historia de la humanidad. Así que no confían en Él para resolver el problema de sus pecados, ni tampoco pueden resolverlo ellos. Esto se debe a que no creen en Jesús sea Dios.
Pero los que están llenos del Evangelio del agua y el Espíritu creen lo siguiente: «Jesús es Dios mismo, y el Salvador de la humanidad. Así que si me presento ante Él, el problema de los pecados de mi alma se resolverá. Todos los pecados que he cometido y cometeré hasta el día en que me muera han sido resulte, y me serán perdonados. La maldición de la carne me dejará. Mi Señor resolverá todos mis problemas. Él me bendecirá». El paralítico y sus amigos tenían esta fe, por eso se presentaron ante Jesús.
Mis queridos hermanos, al haber entrado en la fe cristiana, no confiéis en vuestras propias emociones. Eso es sólo una religión mundana, no es la fe verdadera. Creen en el Señor resolverá el problema del pecado. Cuando tienes pecados, sólo puedes resolver este problema cuando pides ayuda a Jesús; y cuando tienes otros problemas de la carne, también puedes resolverlos si se los presentas a Jesús. Esta es la única fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Al tener fe en Jesús como su Salvador, pueden resolver todos sus problemas. Creer en Jesús, en otras palabras, es poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús es Dios mismo, y cuando rezamos al Señor, Él nos escucha y nos responde. Nuestra fe se funda en la Verdad de que el Señor, al ser bautizado en el río Jordán y al derramar Su sangre en la Cruz, se ocupó de todos nuestros pecados, nuestras vergüenzas y nuestras maldiciones.
Mis queridos hermanos, al vivir su fe, espero que todos ustedes ponga su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Espero que todos estén llenos de fe en este Evangelio. Espero que cada uno de ustedes esté lleno del Espíritu Santo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Es mi más sincero deseo que todos ustedes estén llenos de esta fe.
Aunque esto no se puede conseguir mediante nuestros propios esfuerzos, podemos estar llenos del Espíritu gracias a la fe, porque podemos estar llenos de la fe que nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Está escrito en el libro de himnos: Podemos estar llenos de fe dondequiera que estemos, aunque estemos en el baño, porque nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados con Su bautismo y Su sangre. Estamos muy agradecidos.
Mis queridos hermanos, no importa qué piense la gente del mundo de ustedes, sino lo que Jesús les ha dicho. El Señor les ha dicho que les ama, que ha borrado todos sus pecados, que son hijos de Dios, que estará con ustedes hasta el fin del mundo, y que les bendecirá a todos. Guardar todas estas cosas que Dios les ha dicho en sus corazones y creer en ellas es la plenitud de la fe.
¿Están viviendo simplemente vidas religiosas, en las que sólo van a misa los domingos como obligación, donde ofrecen alguna limosna, cantan algunos himnos, fingen ser santos, hacen todas las formalidades de los rituales, saludan a la congregación, y después se dan la vuelta y vuelven a casa? Vivir este tipo de vida religiosa y ser fiel a las formalidades religiosas no es tener la fe que Jesús quiere que tengan. Deben estar llenos de la fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Ante todo deben ser fieles a la Palabra de Dios en sus vidas de fe.
Mis queridos hermanos santos, debemos ser los que estemos llenos de la fe en la Palabra de Dios. Deben estar llenos de la Palabra de Dios. En los corazones de los que están llenos de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, existe la convicción de que el Señor ha borrados todos sus pecados y de que les ama. Estén dónde estén o hagan lo que hagan, los que están llenos de fe en la Palabra de Dios están libres de todo problema. Pero los que no tienen esta fe, sino sólo doctrinas religiosas, poseen una fe fútil, hagan lo que hagan.
Los que creen en el Señor, le aman y se complacen en Él son los que se acercan a Dios al creer en la Palabra del Señor con todo su corazón. Dios se complace con esta gente de fe. Y Dios da la bendición de la salvación y todas las demás bendiciones a esta gente de fe. A esta gente, Dios le da fe sobre su fe y bendiciones sobre sus bendiciones. ¿No quieren ser como ellos? Entonces, ¿cómo deberían vivir su fe? Deben estar llenos de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu en sus vidas.
Este es el mensaje de la lectura de hoy. Aunque no hayamos discutido el pasaje, verso por verso, sabemos y creemos que fue gracias a su fe que el paralítico resolvió el problema de sus pecados.
¿Y ustedes? ¿Son también como el paralítico? ¿Tienen el problema del pecado? ¿Han sido remitidos de todos sus pecados en su corazón? ¿Creen que el Señor ha borrado todos sus pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu? Creen en esto, mis queridos hermanos, es tener la verdadera fe, y esta es la verdadera salvación. ¿Están llenos de la Palabra del Señor, que les ama? Esta es la plenitud del Espíritu Santo. Debemos guardarla en nuestros corazones y creer durante toda nuestra vida.
Aunque no puede hacer mucho por mi propia cuenta, creo en la Palabra de Dios con todo mi corazón. Así que rezo y espero que ustedes también crean con todo su corazón, que estén llenos de fe, que sean bendecidos en su fe, dejen de lado las formalidades religiosas, y tengan fe en la Palabra de Dios.
Jesús no sólo borró los pecados de aquel paralítico, sino que también le curó de la infección de su cuerpo. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que los que reciben la remisión de los pecados en espíritu también son bendecidos en cuerpo por el Señor.
Todos los padres quieren a sus hijos. ¿Quién podría odiar a sus hijos y maldecidlos? Jesús, que nos ha salvado y nos ha hecho Sus propios hijos, nos ama más de lo que se puede explicar. Si creemos en nuestro Dios, creamos que Dios nos quiere y nos bendice, porque Él nos ha salvado de nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Ahora es la hora de que tengan esta fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y resuelvan el problema de todos sus pecados.
Espero y rezo por que vivan el resto de sus vidas con fe, teniendo fe completa en el Evangelio de la salvación, y que escapen de las religiones de este mundo.
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Wednesday 23 November 2011

Amados hermanos me gusta leer en el Nuevo Testamento el libro de Santiago!!!!


En este libro Santiago muestra su preocupación por los hermanos perseguidos. Es lo que está ocurriendo hoy día! Estamos siendo perseguidos aun en las iglesias que visitamos o en las que nos congregamos. Pero eso no debe de detener la obra de Yeshua! Y eso tampoco va a detener nuestra fe, porque es en ese momento de persecución cuando mas debemos de confiar en Dios.

Leamos el libro de Santiago, yo le llamo el MANUAL de los cristianos :)

Santiago 1:1-3

Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. 

Santiago era un líder de la iglesia de Jerusalén (véase Hechos 12:17, 15:13), no fue Santiago el apóstol sino Santiago el hermano de Jesús. La Epístola de Santiago fue una de las primeras, escrita probablemente antes del año 50 d.C., después del martirio de Esteban (véase Hechos 7:55- 8:3) fue cuando la persecución hacia los cristianos comenzaron a aumentar y Santiago estaba bien preocupado a que estos nuevos creyentes no tuvieran el apoyo para establecer nuevas iglesias cristianas, Santiago les escribió como un verdadero líder interesado en el bienestar de ellos a fin de animarlos en la fe durante ese periodo difícil! 

En estos versículos Santiago NO dice si pasan por diversas pruebas, sino cuando pasan por diversas pruebas. El da por sentado que vamos a tener pruebas y que es posible sacar p r o v e c h o de ellas. Hermanos (as) la idea no es fingir ser feliz cuando uno se enfrenta al dolor, sino tener una perspectiva positiva, tener por sumo gozo, por lo que las pruebas pueden producir en nuestras vidas. Este pastor nos aconseja que debamos convertir nuestras dificultades en periodos de aprendizaje. Los tiempos difíciles pueden enseñarnos paciencia! (wow! La paciencia).

Versículo 4 Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

En realidad no podemos llegar a conocer bien la profundidad de nuestro carácter hasta ver como reaccionamos frente a las presiones. Es muy fácil ser amable cuando todas las cosas andan bien…pero….seguiremos siendo amables cuando otros nos traten injustamente? Como me dijo una vez una hermana en una iglesia que estábamos de visita me dijo: “hermana María es que en la iglesia las otras hermanas me sacan el monstruo!” yo comencé a reírme! Jajaa santo!!!!!!!

Dios desea que seamos perfectos, no librarnos del dolor! Usted dirá esta María perdió un tornillo en su cabecita jajajaj! Hermanos (as) en lugar de quejarnos por nuestras luchas, debiéramos ver en ellas oportunidades de crecer, de madurar espiritualmente. Debemos de darle gracias a Dios, porque EL prometió estar con nosotros en tiempos difíciles. Pídale que le ayude a resolver su problemas o que le de la fortaleza para soportarlas…luego sea paciente! Dios nunca lo dejara solo (as) con sus problemas, El permanecerá cerca de usted y le ayudara a crecer.

Versículo 5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

Aleluya!!!!!! Este versículo me llena de fe! Amén! Hermanos (as) la petición de sabiduría!!!, Santiago no solo habla acerca del conocimiento, sino, de la capacidad de tomar decisiones sabias en las circunstancias difíciles.

Recuerdo cuando niña mi madre tenía que tomar una decisión bien difícil y fue a pedirle a mi abuelita paterno un consejo, mi Abuela Ata (le decíamos con amor) le dijo a mi madre, Sarah ora! Pídele a Dios y el te escuchara! Yo me quede mirando a mi Abuela Ata y la abrase. Cada vez que íbamos a donde mi abuela Ata para pedir un consejo ella decía vamos a buscar el cajón de sabiduría! Y cuando íbamos a buscarlo ella se tiraba de rodillas y oraba! Jajaja que hermoso! Dios todo lo sabe, créelo! Pide! El escucha! Amén! 

Cuando necesitamos sabiduría, podemos orar a Dios y EL suplirá abundantemente nuestras necesidades. Los cristianos NO TIENEN por qué andar a “tientas en las tinieblas”, con la esperanza de TAL VEZ encontrar respuestas. La sabiduría de Dios está a nuestra disposición para guiar nuestras decisiones.

Una vez escuche a un hermano en la fe, judío, decir: “la sabiduría empieza con respeto a Dios…” Palabras muy ciertas y sabias :) porque el respeto a Dios, mi gente, conduce a una vida recta y resulta en una capacidad creciente para distinguir lo correcto de lo erróneo.

Sabiduría significa discernimiento práctico. Dios está dispuesto a darnos esa sabiduría, pero no podremos recibirla si nuestras metas están centrada en nosotros mismos en lugar de estar centradas en Dios. Y para poder conocer la voluntad de Dios debemos de leer su PALABRA y pedirle que nos revele como obedecerla para luego estar dispuestos o mejor dicho para así estar dispuestos a hacer lo que El nos diga.

Dios los bendiga!